Captura de pantalla
16/04/22 10:05 | Locales
Al elegir una pareja, uno la elige desde uno, desde lo que se trae personalmente. Esta elección responde a dos guías: una que tiene que ver con el narcisismo y el amor propio, buscando en el otro algo de uno, que se relaciona con lo que uno es, fue, será o quisiera ser.
La otra es más edípica, y tiene que ver con la necesidad de protección en relación a cómo uno se identificó desde chico con el entorno y las personas. Siempre la primera elección está signada por lo que uno busca y ve en el otro. La psicóloga Ana Paula Scarpecci explica la necesidad de tener espacios en los que uno pueda plantearse estas elecciones, que a menudo son inconscientes: “Muchas veces elijo en el otro un factor que se repite .No es que sean todos iguales. Es porque yo soy el mismo que elijo según determinado patrón. A veces buscamos en ese otro un rasgo puntual que nos marcó en la infancia, en relación con el adulto. La cuestión es poder retrabajar sobre las expectativas, porque buscamos una perfección ideal que el otro no va a poder alcanzar nunca. Enamorarse es idealizar, pero eso no quita que se deba volver a trabajar sobre el lugar que se le asigna y lo que se espera de alguien. Mientras pasa el tiempo, ese enamoramiento se va y se transforma en otra cosa, porque en lo cotidiano no se sostiene ese ideal de perfección. Ahí aparece el amor, que permite construir una vida en familia, por ejemplo. Pero no hay ninguna fórmula al respecto”.
Todos vamos cambiando y creciendo, y es necesario correrse de los lugares construidos en los que uno está. La idea es que cada uno entienda qué elige en el otro, qué es lo que está poniendo ahí, y sobre todo, que sea una relación saludable: “Qué es lo qué espera, qué es lo que se negocia y qué nos hace bien. Algo que sume a la pareja y no que reste. El proyecto de vida que uno tenga no abarca todo. Hay que ver dónde entra la singularidad de los proyectos que son propios, y hay que establecer muchas cuestiones. Nunca hay satisfacción completa. Hay que ver cómo se para cada uno”, finalizó la psicóloga
Andrés Vallasciani
