Padre Javier Perelló en la Iglesia San José
10/07/22 11:32 | Locales
“En la parábola del Buen Samaritano, un hombre queda moribundo por un ataque de salteadores o ladrones. Pasan tres hombres religiosos:
El primer hombre que pasó era un sacerdote conocía la ley de Dios, la tradición y los mandamientos, pero no sabía ver que el hombre es una criatura de Dios, y que él habita en el hombre caído. No supo ver esto en sus hermanos.
El segundo era un levita que sabía servir a Dios, pero no a sus hermanos. Ignoraba que en ellos estaba Dios. Conocía acerca de preparar cosas.
El tercer hombre, que era un samaritano, tenía una muy buena vista. Se dio cuenta de había alguien tirado, tuvo compasión y supo ver a Dios allí, esperando ayuda. Por eso se bajó, lo ayudó, lo sanó y lo llevó a un albergue para que se quede.
Cuando nosotros tenemos un mal corazón y tenemos la vista torcida, nunca ayudaremos al que necesita. Si tenemos en cambio un buen corazón, sin prejuicios, sin discriminar, sin enojos, sin soberbia ni orgullo, siempre nos acercaremos a esa persona, porque allí veremos no solamente al prójimo que necesita y a Jesús en él, sino también a nosotros mismos. Por eso hay que recordar: no hacer a los demás lo que no nos gustaría que te hagan a vos. Era la sabiduría popular.
Si muchas veces para hacer el bien no nos mueve el amor al prójimo, ni que allí esté Dios, al menos esperemos reaccionar al pensar en que no nos gustaría que nos hagan eso a nosotros. En la vida nos puede tocar”
Notilagos