Padre Javier Perello
15/08/22 11:18 | Locales
“El dogma se estableció en la solemnidad de todos los santos, un primero de noviembre, por el papa Pío XII, reconociendo que su caso es diferente, porque se trata del cuerpo y del alma. Esto nos llena de mucho gozo, porque en donde está la madre, también deben estar los hijos, con un abrazo seguro, un gesto de ternura seguro, y unidad segura.
Los padres de la Iglesia reflexionaban sobre la preservación del cuerpo de la virgen de toda corrupción. Lo inmaculado de ella muestra el poder de Dios para hacer vivas las cosas, y también mantener las cosas vivas eternamente, y todo cuerpo listo para ingresar a su morada.
Esto nos llena de esperanza, porque una de las nuestras ya se encuentra en cuerpo y alma en el cielo, esperándonos allí, a dónde Dios se la llevó para sí. Muchas veces se manifiesta aquí, como paso entre la tierra y el cielo. Debemos encomendarnos a ella para que pida por nosotros la gracia para que nuestra partida sea un hermoso encuentro con Jesús, y que también nos enseñe a cuidar nuestros cuerpos”
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