Padre Javier Perelló en la Iglesia San José
04/09/22 14:32 | Locales
“A veces no sabemos qué pasa con este mundo, qué piensa Dios, y ni siquiera qué queremos nosotros. Somos limitados, y no sabemos qué camino seguir. A veces, no podemos reflexionar ni pensar bien, pero lo distintivo es que fue creado por la sabiduría de Dios, y es portador de sabiduría. Cuando buscamos esa luz, inmediatamente viene a posarse en el corazón del hombre, para iluminarlo.
El corazón del sabio siempre sigue el camino del aprendizaje y del crecimiento. Sabe aprovechar todas las cosas, para crecer en sabiduría y en conocimiento, no exactamente de los libros, sino de la experiencia de la vida misma. Esto se ve como un ejemplo hermoso en la carta de Pablo a Filemón, en la segunda lectura. Es un hermoso canto a la sabiduría cristiana, al hombre que con su Fe también ilumina la historia.
También nosotros, en este tiempo tenemos mucho para aportar, para los cristianos de ahora y del futuro. Nos hemos encontrado con el valor de la dignidad del hombre, y la abolición de la esclavitud, en todos sus órdenes y lugares. Cambia nuestra visión del mundo de los demás, de nosotros y de lo que nos rodea. Estamos llamados a la conciencia de la sabiduría de Dios y a su ciencia.
La sabiduría siempre es abierta, y busca el bien del alma y de la persona como primer valor. Debemos aspirar a ser sabios como Jesús, en el amor perfecto a los demás. Si no amamos así, no vamos a ser sabios, y siempre tendremos conflictos con los demás, porque no los vemos en su verdadera presencia. Hay que amar el corazón de Dios para aprender a amar el corazón de los hombres, sacando la violencia, la ira, la envidia, y demás cosas que son malas para nosotros, porque si no nuestra distancia con nuestros hermanos será eterna.
Es importante ponerse en la sintonía de Jesús. No se puede abrazar la cruz de nuestra vida sin sabiduría, porque todo el tiempo encontramos situaciones que nos llevan a la angustia, la tristeza, y el dolor. Si somos sabios, conocemos su plan y nuestro lugar en él, y se nos imposibilita no creer. Nos valoraremos más, nos amaremos más, y sabremos dejar ir con más facilidad. De la cruz sacamos mucha sabiduría, y por eso debemos cargarla para seguir a Jesús, para aprender de ella.
Vivir de cara a Dios es vivir en libertad, dejando la carga que nos impide ser sabios, para aprender a pensar como él piensa, a conocer como él conoce, y a amar como el sabe hacerlo. Ser sabios para todo tiempo y momento, y que la vida ordinaria se transforme en una sabiduría que podemos desplegar en nombre de Dios, para la concordia, la comunión y el acercamiento con los demás”
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