Padre Aníbal Quevedo
05/02/23 8:45 | Locales
La influencia del pensamiento griego hacía que la oratoria fuese muy importante. Eran los sofistas, que podían convencer a cualquiera de algo, sin importar la verdad, porque la carga estaba puesta en la elocuencia y la manera de presentar. Pablo, en este contexto, se presenta de manera distinta, porque quería compartir su experiencia de vida con Dios, y de cómo pasó de perseguidor de los discípulos a uno de los evangelizadores más importantes. Era muy distinto a ellos, y se presenta como alguien que no tiene esta facultad, porque confía en la importancia de lo que transmite. Se presenta débil, temeroso y vacilante, pero con una experiencia que cambia y renueva.
Cuando debemos llevar a Dios a los demás, a menudo pensamos que deberíamos estudiar más, conocer mejor y que no entendemos lo suficiente. Muchas cosas. San Pablo nos viene a decir la importancia de compartir una experiencia: el testimonio de alguien que vivió con Dios. Sin demasiada elocuencia.
En el evangelio de Mateo, por otro lado, habla de la sal y la luz del mundo. Los bautizados estamos llamados a eso. La importancia de la luz, hace más de dos mil años, era muy grande. Igual que la sal, porque daba sabor y también conservaba. Compartir nuestra experiencia de Dios es iluminar a los demás, y dar sabor a nuestras vidas. Esto es lo que San Pablo decía, y lo que hay que conservar de estas palabras
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