Padre José Maciel
09/04/23 10:00 | Locales
La primera lectura nos muestra la obra del amor de Dios, que está en nuestras manos, y que lamentablemente no sabemos apreciar ni valorar. Nos ocultamos. El Salmo nos lleva a pedir que renueve la faz de la tierra, así como nuestro corazón, para que así podamos aceptar el amor de Dios y hacer su voluntad.
La liturgia hace referencia a varias cosas, pero lo más importante es nuestro bautismo. En la muerte de Cristo podemos resucitar como hombres nuevos. Esto lo retoma San Pablo en la epístola del Nuevo Testamento. Habla de una iglesia que sigue caminando a tientas. El hombre viejo es arrastrado por el pecado, la Fe nos da al hombre nuevo, pero hay que vivirlo y renovarlo constantemente, porque no seguimos a un Dios crucificado, sino a uno vivo, que camina delante de la iglesia sosteniéndola y junto a nosotros.
¿A dónde vamos nosotros? ¿Sabemos apreciar esto que Dios nos da? ¿En donde lo buscamos? Muchas veces sin pecar, nos alejamos de el resucitado. Es muy importante la alegría de encontrarse con este Jesús del que tanto hablamos. Necesitamos una sincera conversión, con un cambio de corazón, en la verdad. Además, es imperativo anunciar, porque el llamado de la Iglesia es ser misioneros, en la propia familia, en el día a día, en donde muchos se resisten y están enojados y tristes.
La misión es proclamar a Cristo resucitado en nuestra vida, en nuestra vida y en nuestra realidad cotidiana. No hace falta irse lejos o hacer un viaje especial
Que el señor nos bendiga a todos en esta Pascua, que nos renueve, nos fortalezca y nos de la alegría de encontrarnos con él.
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