Padre José Maciel

Padre José Maciel

Abrir las puestas interiores para que Dios cambie nuestra vida

Dejar la incredulidad y los miedos, para vivie con Dios y en comunidad fra4terna

16/04/23 10:35 | Locales

'A muchos nos educaron para saludar, a aquien sea y cuál sea tu cargo o profesión. Hoy pareciera que nos estamos olvidando. Las buenas costumbres. El permiso, perdón, buenos días y buenas tardes. Estamos aún celebrándo la Pascua, de un Jesús que vive y actúa entre nosotros, con sus apariciones que generalmente deja perplejos a muchos, pero muy especialmente a los más allegados y a los apóstoles. Lo primero que nos regala es su paz: no es solamente la ausencia de guerra, sino que es mucho más, y no se compra en ningún supermercado o tienda. Es el hecho del equilibrio en nuestra vida, que nos trajo desde los albores de la humanidad. El hecho de abrirle nuestra vida, la armonía con él, con los demás y con la naturaleza, que ya la hemos perdido también.

Los apóstoles estaban encerrados, con miedo y las puertas cerradas, que no significa solamente puertas físicas, sino el corazón. El miedo nos paraliza, y tenemos que abrirnos a Dios para que nos de la gracia de salir a los demás. La paz que nos regala debemos primero vivir la, pero luego transmitirla a los demás.

Nosotros somos sus discípulos, y para esto no hace falta irse al África, con los leones o a la selva: la misión la tenemos en nuestra casa, en nuestro barrio y nuestro lugar. No nos comprenden, porque están cerrados a Dios, y esto lo vivimos especialmente los sacerdotes, cuando ni siquiera nuestros propios parientes, nuestra sangre, no entienden cómo uno eligió este camino.

La figura de Tomás, muy linda, expresa pesimismo e incredulidad. Hay personas que siempre ven todo negro. Es necesario que existan estos Tomaces, que nos pidan razón de nuestros bienes. Tenemos vergüenza de hablar de Dios en nuestras casas y alrededores a veces. Qué lindo que nos cuestionen. Es muy bueno, porque entonces reaviva nuestra Fe, que crece y madura. Y esto se conquista día a día, y esto hay que pedírselo cada día: creo señor, pero aumenta mi fe.

Por último, fijémonos cómo se crea una comunidad. A veces no nos conocemos ni en la misma Iglesia. Nos miramos de reojo en muchos casos. Es muy importante la vida común, el contacto, y hacer sentir al otro que está en familia. Somos su familia. La fracción del pan, la eucaristía y las oraciones. Todo se debe pensar en comunidad, y estas sin sus bases.

Hoy debemos preguntarnos si Jesús vive en y con nosotros, si está en nuestra comunidad, o si es un cuestionario lindo que pasa cada año. Él es rico en misericordia y nos invita a seguir adelante, a levantarnos. Misericordia significa la miseria del corazón, y sólo Dios conoce la nuestra: podemos mentir, usar caretas, pero a él no podemos engañarlo. Hay que abrirse a su misericordia y a su gracia.

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