Edit Tapia, abuela del menor
17/04/23 13:24 | Locales
Un juez otorgó la tenencia de un menor de edad a sus abuelos, y esto desató una guerra familiar, cuando la madre los denunció públicamente, a través de las redes sociales, escarchándolos y acusándolos de violentos, abusadores y mentirosos, todo a raíz de esta misma resolución judicial. Edit Tapia, abuela del pequeño, a quien se le cedió la tenencia junto a su pareja, realizó un descargo, exponiendo su verdad de los hechos:
“A mi hija, es decir la mamá de Tahiel, jamás le pegamos. A los quince años le dí la primera cachetada, y ella sabe bien por qué. Luego apareció embarazada, y lo negó hasta los cinco meses y medio. La aceptamos, la perdonamos y le dimos una mano. El nene se crió acá con ella. Todo bárbaro. Éramos una familia feliz y unida. Hasta que lamentablemente se enamoró de un colectivero.
Ese para mí es una persona mala que destruyó a esta familia y se quiso instalar allá. Al nene no lo quiere ni lo querrá nunca, porque yo he visto que le pegaba, y también otros testigos lo vieron. En una ocasión, pude ver cómo ahogaba al pequeño con una manguera en la boca. Le gritó de todo, y entonces mi hija lo defendió a él, a quien mi marido le dió una trompada, porque nos había sacado de las casillas. Se fueron. Luego Por la noche vinieron a buscar al nene con la policía y se lo tuvimos que dar, porque naturalmente es la madre.
En un principio, iban de hotel en hotel. Esa era la vida en la que tenían a mi nieto. Hasta que un día, mientras estábamos acá en mi casa, y él jugaba con una perrita callejera que adoptamos cuando él nació. En un momento, veo que el animal comienza a llorar. Entonces me fijo: el nene le metía el dedo en la cola a la perrita. Lo reté y le dije que no se hace eso. Yo pensaba que era por algún dibujito animado o algo que vio. El me dijo que Darío, su padre, le hacía lo mismo a él. Hablé con mi psicóloga, y me dijo que lo tomara con pinza y con cuidado, porque puede haber sido una palmadita. Que no dejara de observarlo, pero que tampoco me alarme.
Hice una denuncia penal por presunto abuso sexual, y de ahí se realizaron dos cámaras Gesell, en donde la primera se le dieron a él tres meses de restricción con la criatura. En la segunda, el nene no quiso hablar, y el juez lo tomó como que estaba estaba amenazado, por lo que le dieron dos meses más de restricción. Después quedó todo tranquilo ahí. Natalio, mi marido se empezó a involucrar, porque vio como su madre le pegaba. Saltó un portón alto y violó su domicilio, porque escuchó que el nene lo llamaba. Se lo sacó todo mojado, porque lo había metido en la ducha con agua fría. Entonces, pasó otro episodio familiar con la policía, y nos volvimos, dejándole el nene a ella.
Resulta que la denuncia que yo había hecho estaba encajonada. Por eso no había pasado nada con eso. Por eso fui, pedí la copia y la llevé. Ahí se reactivó todo otra vez. Así quedamos como estamos ahora. Nosotros felices con el nene, y él con nosotros.
Ella ahora nos denuncia por ataques físicos, verbales y económicos. Hasta nos había puesto una perimetral a nosotros. En realidad, Un juez otorgó la tenencia de un menor de edad a sus abuelos, y esto desató una guerra familiar, cuando la madre los denunció públicamente, a través de las redes sociales, escarchándolos y acusándolos de violentos, abusadores y mentirosos, todo a raíz de esta resolución judicial:
Edith Tapia, la abuela del pequeño, a quien se le cedió la tenencia junto a su pareja, realizó un descargo, exponiendo su verdad de los hechos: “Jamás le pegamos. A los quince años le dí la primera cachetada, y ella sabe bien por qué. Luego apareció embarazada, y lo negó hasta los cinco meses y medio. La aceptamos, la perdonamos y le dimos una mano. El nene se crió acá con ella. Todo bárbaro. Éramos una familia feliz y unida. Hasta que lamentablemente se enamoró de un colectivero.
Ese para mí es una persona mala que destruyó a esta familia y se quiso instalar allá. Al nene no lo quiere ni lo querrá nunca, porque yo he visto que le pegaba, y también otros testigos lo vieron. En una ocasión, pude ver cómo ahogaba al pequeño con una manguera en la boca. Le gritó de todo, y entonces mi hija lo defendió a él. Mi marido le dio una trompada, porque nos había sacado de las casillas. Se fueron. Luego Por la noche vinieron a buscar al nene con la policía y se lo tuvimos que dar, porque es la madre.
En un principio, iban de hotel en hotel. Esa era la vida de mi nieto. Hasta que un día estábamos acá en mi casa, y el jugaba con una perrita callejera que adoptamos cuando él nació. En un momento, veo que la perra llora, y entonces miro: el nene le metía el dedo en la cola a la perrita. Lo reté y le dije que no se hace eso. Yo pensaba que era por algún dibujito animado o algo que vio. El me dijo que Darío, su padre, le hacía lo mismo a él. Hablé con mi psicóloga, y me dijo que lo tomara con pinza y con cuidado, porque puede haber sido una palmadita. Que lo observe.
Hice una denuncia penal por presunto abuso sexual, y de ahí se realizaron dos cámaras Gesell, en donde la primera se le dieron a él tres meses de restricción con la criatura. En la segunda, el nene no quiso hablar, y el juez lo tomó como que el nene estaba amenazado, por lo que le dieron dos meses más de restricción. Después quedó todo tranquilo ahí. Natalio, mi marido se empezó a involucrar, porque vio como su madre le pegaba. Saltó un portón alto y violó su domicilio, porque escuchó que el nene lo llamaba. Se lo sacó todo mojado, porque lo había metido en la ducha con agua fría. Entonces, pasó otro episodio familiar, y nos volvimos, dejándole el nene a ella.
La denuncia que yo había hecho estaba encajonada. Por eso no había pasado nada con eso. Por eso fui, pedí la copia y la llevé. Ahí se reactivó todo otra vez. Así quedamos como estamos ahora. Nosotros felices con el nene, y él con nosotros.
Ella nos denuncia por ataques físicos, verbales y económicos. Además, el nene siempre aparecía golpeado. Hasta nos había puesto una perimetral a nosotros. Tengo un video en donde tenía el ojo negro: según ella, se golpeó. En otra ocasión, apareció con el brasito quebrado, y me dijeron que se había caído. Después el forense detectó muchas lesiones y golpes, dejando claro que sufría violencia. Y si uno le pregunta hoy en día si Darío lo trata mal, él dice que sí.
En la justicia, se presentó todo eso. Yo creo en la justicia divina y humana. Para mí ninguna de las dos es una porquería. Juro que no entiendo en qué fallé. Ella dice esas cosas horribles de nosotros, pero mucha gente sabe que no es así. Nos escribe que nos odia, que somos una basura, y está muy dolida. Ayer vino con la policía a llevárselo, pero es la orden del juez determinó que se quede con nosotros. Por algo será.
No sé si podremos rehacer nuestro vínculo filial. La desconozco y me pregunto que crié. No sé. Tal vez le hemos dado demasiado, más de lo que teníamos. Yo le pido a Dios, porque creo mucho en él, que la haga recapacitar, y que vea que es su hijo mismo el que pide esto. Allá la pasa mal, y no quiere ir. No me interesa que se haga público, ni lo que piensen. Yo quiero que se sepa la verdad”, finalizó Edith.
Candela, la madre de Tahiel, tiene veinti tres años. Su pareja, diez años más aproximadamente. El niño está a cargo de sus abuelos porque así lo determinó la justicia. El conflicto no termina aquí, y continuará, seguramente
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