Padre José Maciel
11/06/23 13:29 | Locales
“Lo que celebramos hoy, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es a Jesús todo completo, entero. Se parte y se reparte. No en partes. Viene hacia nosotros para alimentarnos, darnos su paz y fortaleza. Por eso es tan importante recordarlo siempre, no solamente una vez al año. Es Jesús que se parte, y se da a cada uno de nosotros. Se entregó por amor, sobre cada uno.
Estamos faltando al amor cuando no nos acercamos a misa. A Jesús le fallamos, no al cura o a un vecino. Hay que preguntarse quién es Dios en nuestra vida, y qué papel juega. Si tiene algo para decirme hoy o no. Esto es muy importante.
En la segunda lectura, se nos muestra que el pan es uno. No está dividido Dios. Nosotros lo estamos, con nuestro egoísmo y nuestra falta de amor. Los sacerdotes somos administradores de estos misterios. Dios nos desborda totalmente. Un traje que nos queda enorme. Jesús se autoproclama como el pan vivo bajado del cielo. Es algo gratuito, algo que desborda. Como un combustible. Al recibirlo, al tomar la comunión, nos hacemos uno con él. Nos integramos con él, que se derrama por mí. Ese es el misterio que hoy celebramos.
A veces recibimos la comunión y nos transformamos en buzones de hostias: no cambiamos y no buscamos ser mejores personas. No seamos buzones de hostias, porque es Jesús el que habita en mí y me pide que de frutos. Su carne es la verdadera comida y la sangre su verdadera comida. Ansiarlo es una cosa muy hermosa, porque nos salva, nos sacia y nos trae paz. Porque no es un Dios lejano, sino que está cerca, nos acompaña y nos da fuerzas para seguir adelante”
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