Padre José Maciel
01/07/23 19:47 | Locales
“Cuando amo a Dios y me entrego a él, pero no con medias tintas, porque eso no le gusta. Tengo que ser simple. O me juego todo por Dios o me quedo frío y distante. Uno de los errores más comunes que cometemos es el de vivir en la mediocridad. Hoy el evangelio nos propone realizar este examen de conciencia, para preguntarnos si realmente amamos a Dios, y esto no es algo platónico: debe concretarse en el prójimo.
Lo otro es que el que no toman su cruz y lo sigue, no es digno de él. Esto nos tiene en vilo a cada uno de nosotros. La cruz no es un castigo, como se veía antes, sino que Jesús nos muestra que es una bendición. A veces nos ponemos en actitud defensiva, y debemos preguntarnos si no seremos también una cruz para los demás, con mi carácter y mi forma de ser. Esta teología de la cruz como purificación y no como castigo es muy importante.
¿Cómo amar la cruz? Haciendo esto, se hace más llevadero y soportable. Jesús resucitó y vive, no quedó tendido en la cruz. Nos invita a vivir de otra manera. Tenemos que reactualizar nuestro bautismo. No es un trámite. Hay que reafianzarse cada día. Somos hijos de Dios, y debemos vivir en la comunión con él. Para eso son los sacramentos: no son trámites, sino que hay que reafianzarlos, dejando al hombre viejo, con toda la carga, y viviendo según la imagen de Cristo resucitado. Esta es la opción que hay que seguir.
Por último, la hospitalidad. Es muy lindo regalar una sonrisa, un beso, un gesto, una caricia: nos hace bien y nos ayuda. Es cambiar la actitud. Los católicos a veces nos miramos como sapos de otro poso. Pero hay que tratar bien al otro, porque es un hermano. La iglesia es nuestra casa común, y debemos pensar en cómo recibimos a los que vienen.
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