Prepararse para el encuentro con Dios
03/12/23 11:13 | Locales
“En la vida de muchos de la comunidad que se mencionan en la lectura no pasaba absolutamente nada, y su llama se fue debilitando. Se entregaban a una vida mediocre. No tenían esa Fe de los comienzos, y ni la esperanza en la segunda venida. Como Iglesia hoy en día, debemos hacer un Mea Culpa, y preguntarnos cómo estamos esperando al Señor. Y si esa Fe de nuestro bautismo sigue creciendo o se estancó.
El agua estancada se pudre. Eso mismo pasa con nuestra Fe. Hay que ir trabajándola, día a día. Tenemos herramientas, como la oración, entregada y confiada, escuchando más al señor que hablar nosotros. Otra la Eucaristía. El encuentro es la intimidad más grande, para palparlo y tocarlo, bien de cerca. Llega a hacerse presente por medio de un sacerdote pecador. También las obras de miseicordia, que nos ayuda a vivir nuestra Fe intensamente.
Que el señor no nos encuentre dormidos. El evangelio repite que hay que estar prevenidos tres veces. Esto en lo bíblico significa la totalidad. Estar despiertos y no dormir. Lo que nos hace dormir es el pecado, que hace que todo nos de lo mismo. El peor pecado que podemos tener es creernos inmaculados, mientras que en realidad no sabemos ni cuándo ni dónde. En cualquier momento viene y nos pide cuentas, de todo lo que hicimos con nuestra vida de Fe. Más allá de tener miedo, se trata de intentar vivir lo que el señor nos regala cada día como algo extraordinario: la Fe, la Esperanza, la Caridad, y las obras de Misericordia.
Adviento es preparar nuestro corazón y nuestro espíritu, para el Señor que quiere renacer en nuestros corazones en Navidad. Un desafío para cada uno de nosotros, acrecentando los talentos que se nos dan, pidiéndole a Dios la fuerza para responderle de una manera sólida y coherente, y no débil y mediocre”
Notilagos