Un solo Dios
10/03/24 8:33 | Locales
“Iniciamos el camino hacia la Pascua. Nos quedan dos semanas de este tiempo cuaresmal para reflexionar sobre la palabra de Dios. Es el sábado víspera de la alegría. El Padre nos ama y nos invita a abrirle su corazón, por lo que nos entregó a su hijo para nuestra salvación.
Todos estamos sometidos a la muerte, pero debemos mirar a la vida eterna. No debemos ver al hombre crucificado y derrotado, sino a alguien que se entregó y fue glorificado, con el poder de dar esa vida eterna a todo aquel que crea en él.
La reflexión es esta: ¿miramos la cruz de cada día, en la que Jesús dio la vida por nosotros? ¿qué nos enseña a cada uno de nosotros? Nos enseña a ser humildes, en la obediencia del Padre, y a tener la paciencia que a veces no tenemos. Con frecuencia queremos hacer esta cruz a un lado, y pisarla, para no saber nada.
Otro punto de reflexión es el amor de Dios al mundo. Esto quedó sellado con la entrega en la cruz por todos nosotros: ¿nos pusimos a reflexionar en el amor que Dios nos tiene. Lo damos por sentado, y lo dejamos ahí, pero debemos pensar cómo le respondemos, si actuamos según el mandamiento principal y el segundo, que se basan en el amor. El amor a Dios se manifiesta en el amor al hermano. El que dice que ama Dios y no ama a su hermano, es un mentiroso.
Un tercer punto del que habla el evangelio es la aceptación o el rechazo. Creer o no creer, el bien o el mal, la luz o la mentira. ¿vivimos la Fe desde la aceptación o el rechazo? Dios nos ha hecho libres, y somos nosotros los que decidimos si lo amamos y cumplimos sus mandamientos, o elegimos las tinieblas o la mentira. Él quiere transformarnos y a nuestros hermanos. No debemos esperar cosas extraordinarias del cielo, porque lo que tenía que suceder para que tengamos vida ya sucedió. Ahora el trabajo es nuestro. Creer o no creer. Estar en el mal o poner en práctica el bien. Meditar y reflexionar.
Tenemos un solo Dios. No tenemos otros dioses. Tenemos al Padre al que nos dio al hijo. Ese es nuestro Dios, y debemos ser claros, sin otros dioses: somos de la verdad o de la mentira, cristianos o no cristianos, de la luz o de las tinieblas. No creemos en Dios como él quiere que creamos en él, con la totalidad de nuestro ser.
Si el señor nos llama a su encuentro, ¿qué le vamos a presentar? ¿cómo estaremos? ¿con qué compareceremos ante él? Hay un momento indicado para cada uno, y por eso debemos mirar a Jesús cada día, y reafirmar nuestra Fe, esforzándonos y poniendo lo nuestro a su servicio, creyendo en él como él quiere que creamos en él, no de la manera en la que se nos ocurre a nosotros.
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