Maximo Kirchner
14/02/14 14:13 | Nacionales
La reunión fue en la Quinta de Olivos luego de la derrota electoral del kirchnerismo contra Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires. Cristina ya estaba recuperada de su operación en el cráneo y había reunido a la cúpula de La Cámpora para bajar un mensaje y alinear a la tropa. La acompañaba su hijo y líder de la agrupación, Máximo Kirchner. La Presidenta tomó la palabra.
“Primero se murió Néstor. Después me enfermé yo. Dimos la vida por este proyecto y así nos responden”, les dijo a los camporistas, enfurecida por el resultado de las elecciones. En la reunión les pidió defender el proyecto en la calle. Máximo asentía a su lado y respaldaba cada palabra de su madre. Ese pequeño acto con EL PODER DEL HIJO K el núcleo duro de La Cámpora en la intimidad de Olivos fue el gesto que marcó el ingreso del hijo presidencial al centro del poder y las decisiones del día a día en el Gobierno de su madre.
Está más activo que nunca y tan furioso como Cristina. Además, es quien más alimenta la paranoia de la Presidenta. Ve enemigos en todos lados: el PJ, el campo, los sindicalistas, las agroexportadoras y los medios son sus rivales preferidos y a los que acusa, desde que perdieron las elecciones, de estar todo el tiempo pensando en cómo hacer para que su madre no termine el mandato. “Hay que aguantar los trapos, nos quieren voltear”, repite Máximo con léxico de barrabrava.
El joven K también se convirtió en el principal sostén afectivo de la Presidenta. Tras la muerte de su padre había tenido un rol vital en la contención de Cristina. Luego pareció correrse y dar un paso al costado de la batalla diaria con la llegada de su hijo, Néstor Iván. Pero la derrota electoral y el largo reposo que sufrió la Presidenta luego de la operación en el cráneo lo empujaron al protagonismo.
Máximo es el principal impulsor de la profundización del camporismo. “No cree en el PJ, por eso quiere que La Cámpora gane la calle. Y les pide que ocupen todos los lugares que puedan”, cuenta un funcionario que lo trata seguido. En las últimas semanas, Máximo y La Cámpora se quedaron con lugares clave del relato y la estructura de poder.
Entraron de lleno en el Fútbol Para Todos, la maquinaria más importante de publicidad del Gobierno, tras una pelea feroz con Marcelo Tinelli, el rival ideal para agrandar la figura de Máximo. Se metieron en el Consejo de la Magistratura que decide la suerte de los jueces. Formalizaron el control de la millonaria pauta oficial y lograron poner un pie en el Ministerio de Desarrollo Social, que hasta ahora era un terreno cotrolado por Alicia Kirchner y que tenían vedado.
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