Todo es posible. Aufgang, al término de una de sus tantas carreras.
29/06/14 13:12 | Zonales
Víctor Hugo Aufgang dice que vivió dos vidas. Y que la segunda empezó hace 16 años, cuando decidió dejar de fumar y empezó a correr. Entonces, advierte, algo le hizo click. Así contada, su historia podría ser la de cualquiera de las 3 mil personas que hoy participen de la 13ª Maratón Ciudad de Rosario. Pero, él la llevó un poco más lejos. Este mediodía, cuando concluya la carrera, este hombre de 56 años, empresario textil, papá de dos hijos y autor de un libro sobre running, habrá cumplido con su competencia número 50; confiado en que “siempre se puede” y con la misma emoción que la primera vez.
“No tengo ninguna duda. La maratón larga a las 9 de la mañana, seguro que voy a estar despierto desde las cuatro, sintiendo ese cosquilleo en el estómago, como esos nervios que castigan a los estudiantes antes de un examen”, imagina Aufgang. Y asegura también que frente a cada competencia no deja de preguntarse qué lo moviliza o, más claramente, que razones lo llevan a someterse a tanta presión.
“Pero ese miedo de la noche anterior, hace también que todo esto mantenga su atractivo. Porque creo que cuando deje de sentir esa responsabilidad o ese compromiso, dejaré de correr”, arriesga. Mientras tanto, se prepara para cumplir su próxima meta: haber domado 60 maratones antes de festejar sus 60 años.
Y sigue adelante con la promoción de su libro. “Entre máquinas y zapatillas. Lo que correr me enseñó”, se llama el modesto volumen (escrito con Mónica Paterno) que la editorial Dunken presenta como “Mitad autobiográfico, mitad una guía para aquel que quiera comenzar en el apasionante mundo del running”.
Cambio de hábito. La primera vida de Aufgang comenzó en el barrio de Flores (en Capital Federal), hace 56 años. Era el tercer hijo de un matrimonio de inmigrantes polacos que, a fuerza de trabajar de sol a sol, habían montado un taller de costura.
La segunda vida del corredor Aufgang comienza en Nueva York, un día frío de 1997, horas antes de la largada de la maratón más popular del mundo. O quizás algún tiempo antes, durante las vacaciones de verano en que un hombre de 40 años, heredero de la fábrica textil familiar y fumador empedernido, decidió dejar el cigarrillo y emprender alguna actividad física. Pero a medida que empezó a trotar por los bosques de Palermo, acompañado siempre de profesionales, se introdujo en un nuevo mundo. “Cuando empecé a entrenarme —dice— mi vida hizo un click. Fumaba mucho y vivía estresado. El sólo hecho de correr me alejó del vicio definitivamente y la actividad física logró relajarme y mejorar el rendimiento de mi cuerpo. Pero más allá de lo deportivo, salir a correr me dio una visión diferente de la vida”.
¿Qué aprendió corriendo? “Correr es algo muy personal, muy íntimo: entrenás, te preparás y llegás a la carrera y sos vos y nadie más. Correr te enseña a planificar mejor las cosas, a llevar una vida más sana”, explica.
La maratón, el mayor desafío de todo corredor, llegó después de un año de práctica y fue como empezar a tirar de un hilo de una nueva trama. Participó de competencias en más de 20 ciudades, conquistó las llamadas “World Marathon Majors” (Londres, Berlín, Chicago, Boston, Nueva York y Tokio), cruzó Atenas y el año pasado llegó a participar de seis carreras cuando nadie recomienda emprender más de dos.
En total, corrió más de 2 mil kilómetros. Todos juntos, uno a continuación del otro, serían como media distancia entre Usuahia y La Quiaca. Y con todo eso armó un libro.
El escritor Haruki Murakami empezó a correr en 1982, después de abandonar su local de jazz y decidir que se dedicaría exclusivamente a la literatura. “La mayoría de lo que sé sobre la escritura lo he ido aprendiendo corriendo por la calle cada mañana. De un modo natural, físico y práctico”, advirtió varios años después en su biográfico “De qué hablo cuando hablo de correr”.
El libro de Aufgang no tiene pretensiones literarias. “Quise contar mi propia experiencia como corredor. Mi mayor objetivo, no es inspirar nuevos maratonistas ?aunque soy honesto en que este es para mí, el mejor deporte del mundo-, sino inspirar un mensaje tan simple como contundente: siempre se puede”, dice.
La Capital