Graciela Caiola

Graciela Caiola

“Natura” y su fuerza

Graciela Caiola presenta una nueva reflexión

13/08/14 9:55 | Sociales

Estoy viendo cómo pelea el hombre para bajar un tramo del elevado aguaribay. Fuerza, coraje y habilidad, trepado en la altura. Montado en una horqueta, haciendo equilibrio. Hombre y naturaleza.

Es un desafío evitar los riesgos. Arneses y máquina, pero, cuesta doblegar al añoso ejemplar.

Pienso en la inmediatez con que “natura” arrasa todo, sea con la fuerza del viento en la tempestad; el agua en mares enfurecidos justo en el punto donde se cruzan los destinos; rayos que implacables fulminan a personas; terremotos, erupciones… todo, todo se destruye en el instante fatal.
¿Qué nos muestran estos cataclismos planetarios?

Más allá de los fenómenos geofísicos o electromagnéticos, lo que se impone es el despliegue extremo de la fuerza de los elementos naturales. Energías avasallantes que irrumpen y dicen: “aquí estoy ¡cuidado!”. Es el hábitat que cobija solidariamente y a la vez, destruye sin piedad.

¿Quién domina a quién?

Dicen que la naturaleza pasa factura por los excesos humanos al explotarla. Los cambios climáticos resultantes hacen lo propio. Frío extremos, calores extenuantes… Todo exacerbado por el caos de ciclos cósmicos… ¿a quiénes afecta?

Como boumerang potenciado, los daños, a veces irreparables, insumen vidas y costos imponderables. Hay que sortear el desastre…

Será que, a la medida de las cosas, el hombre pretende sentirse grande y creer que todo lo puede.

Ambiciona ser amo y señor que se apodera del control y de la vida. Se cree tan “vivo” si se capitaliza en mil estafas. Se regodea esclavizando de mil nuevas formas. Se idealiza fuerte, poderoso? Tal vez, ese hombre necesita estrellar su soberbia para resignificar su verdadera humanidad.

El juego de dominio se equilibra en la alternancia de los roles.

Lo que unos provocan afecta a todos. Como especie, ¿toma conciencia el humano de su vulnerable fragilidad? De la perentoriedad de “su” tiempo? De lo inútil de sus forcejeos políticos, en contra de la caducidad o el cambio… Tanta crispación irrita nuestra esencia. El malhumor, la queja, la rebeldía, la desconfianza, la violación… Algo, mucho, es lo que anda mal.

¿Dónde radica la evolución si estamos escindidos, partidos al medio, con relaciones resentidas o tan fracturadas que dan miedo?

La omnipotencia es una máscara por más jerarquías a las que se pretenda subir. ¿Qué cubre? La amarga cara de la soledad del aislamiento. No ser más parte de ese todo que “me” contiene es igual a estar perdido, por más redes multimediáticas que virtualicen el “conectar”.

Conexiones. Nexos. No sirven rotos por los miedos, el recelo, la devaluación de la vida… el enemigo que se cruza a cada paso. No hay rejas para protegerse del dolor y la amargura. La familiaridad de las noticias neutraliza lo grave. Accidentes, muertes, goles, estafas, mentiras, farándula, caos… todo da igual, hasta entretiene en mil charlas vacías.

El impacto se mide en pesos/réditos y nos hace cada vez más insensibles a lo verdaderamente importante: El sentido de la vida.

¿Cómo aprovechar cada minuto? Si no puedo cambiar el mundo, qué puedo cambiar en mí? ¡Y hacerlo!

Un ladrón me arrebata los pesos, un asesino, la vida, pero no pueden con mi alma.

Un violador me arrebata la inocencia, me esclaviza, pero no puede con mi libertad de pensamiento.

Un gobierno me arrebata los derechos que dice garantizar, pero no puede con mi convicción esencial. Entonces…

¿Cómo impedir que se extinga el “me importa de vos”? “Yo importo y valgo”. Tal vez quede una oportunidad de sintonizar las frecuencias con los ritmos naturales. Recuperar los ciclos, la calma, la belleza y estar alerta ante la calamidad. En la base, es volver al respeto, la dignidad. Todavía se puede ser amable, sonreír y agradecer sin alardear.

Siglo XXI. No quiero más destrucción de “recursos naturales”. Entre ellos, el hombre pensante, inteligente emocional y racional, intuitivo, sensible y creativo, con unos pocos años para vivir y hacer. Despojado, se carga sólo con los resultados.

Licenciada Graciela Caiola


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