Juan Martín avisó que este año no jugaba la Davis

Juan Martín avisó que este año no jugaba la Davis

2013: El año que separó y unió a Delpo y la Copa Davis

Matías Martínez hace un análisis del año tenístico argentino.

14/09/13 11:47 | Sociales

Hay una realidad y es ineludible. La realidad que muestra la Copa Davis en este 2013. El equipo argentino aún no está fuera de pelea en teoría, pero en la práctica, hace tiempo que quedó lejos de la discusión por cosas grandes.

Por primera vez en la historia moderna del tenis argentino, el equipo nacional arrancó el año casi sin chances de llegar por primera vez al título. Fue, desde el comienzo, algo así como la confirmación de lo lejos que quedó la elite, la confirmación de que los errores propios lastiman, y a veces, lastiman mucho más que las virtudes ajenas.

Durante años, el tenis argentino vivió en una realidad de fantasía. La semi final en Roland Garros de Franco Squilari en el 2000 como puntapié inicial, sumado al auge de Mariano Zabaleta y Guillermo Coria, más los logros del propio “Mago” post doping, el Toronto dorado de Guillermo Cañas en el 2002, el Wimbledon de ese año de Nalbandian, el 2004 vistiendo a París de celeste y blanco con Gastón Gaudio levantando el trofeo, y la continua competitividad de tipos laburantes como Juan Ignacio Chela, Agustín Calleri, José Acasuso, la resurrección de Mariano Puerta, y el ascenso de un joven Juan Mónaco hacían prever, dar casi por descartado, que la Copa Davis llegaría de un momento para otro. Sin embargo la historia es conocida, nada de eso sucedió, y en este 2013, la Argentina afrontó un camino muy distinto.

Una nueva semi final en la Davis no debe tapar todo lo que viene detrás. Se llegó a cuartos por propios méritos. Cinco a cero a Alemania en el Parque Roca con buenos triunfos de Mónaco y Berloq en los singles más Nalbandian en el doble. Francia esperaba para luchar por un lugar entre los cuatro mejores del mundo, y la sorpresa era la única ilusión de los argentinos. Y así fue. Los galos vinieron con su As copero como Tsonga, pero sin sus dos mejores jugadores en polvo (Gasquet y Monfils) y Argentina lo aprovechó. Mónaco primero, el doble Zeballos-Nalbandian después y Berlocq cerrando ante Simon dieron la sorpresa del fin de semana.

Pero las sorpresas, esos milagros deportivos a los que uno acude cuando las cosas pintan feas, se dan muy de vez en cuando. Y esta serie en Praga, con un República Checa campeón, con el seis del mundo, con el vencedor de dobles en el Us Open y con una superficie muy rápida es demasiado para esperar otro resultado sorprendente. Esta serie en Praga muestra lo que muchos no quieren ver. Berdych y Stepanek son demasiado para este equipo.

Cuando Del Potro renunció a lo que siempre se vio obligado, al equipo capitaneado por Martín Jaite (quienes todos querían como capitán menos el propio Delpo) se les esfumaron las chances de ensaladera. En la Davis como en el circuito, en el final de la historia, siempre se impone el que juega mejor, por su curriculum y por su jerarquía. Y nada más. Los milagros deportivos no existen. Y mucho menos si hay que repetirlos durante un año.

El Gaudio versión 2004 se retiró hace rato. El Mago Coria ya no hace magia. La garra de Cañas se fue del circuito. Calleri dejó hace diez años, en Málaga 2003, un legado casi imposible: ganarle al número uno. Pero el cordobés ya se retiró. También lo hizo Acasuso, y Chela, el no-valorado, como Mariano Puerta. Ya no están los doblistas como Lucas Arnold ni Luis Lobo. A los Delbonis, Pella, Arguello, Velloti, Andreozzi o Collarini habrá que esperarlos. La maduración tenística ya les llegará. Hoy la Argentina cuenta con un puñado de buenos jugadores de circuito, como Mónaco, Berlocq, Zeballos y el propio Delbonis. Y con Nalbandian. Un casi ex jugador, que si sigue jugando será para minimizar esa transición que le llegó a la Legión. En el medio de todo, hay una realidad y es ineludible. La realidad que muestra la Copa Davis en el 2013. Falta el dobles en Praga. El equipo argentino aún no está fuera de pelea en teoría, pero en la práctica, hace tiempo que quedó lejos de la discusión por el título, casi desde el mismo momento en el que Juan Martín Del Potro decidió decir no, sacarse la obligación de jugar lo que no quería, compartir cosas con quienes no quería y estar bajo el mando de alguien que no quería. Del Potro se fue solo al circuito en busca del número uno y de un Grand Slam. Nada de eso sucedió. Las estadísticas no lo muestran, pero en este 2013, quedó tan lejos de la elite como la Argentina lo quedó en la Copa Davis.

Matías Martínez

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