Más gendarmes y policías patrullando las calles, con el apoyo del Ejército.
28/10/14 13:34 | Nacionales
Se acerca fin de año, calor, las fiestas y con suerte planes para hacer un viaje de vacaciones. Muchísimos trabajadores empiezan a reclamar un bono de fin de año, las paritarias no alcanzaron ni a arrimar a la inflación, mientras la tele, la radio, en internet se llenan de publicidades para comprar y consumir de forma compulsiva. Por fuera de las paritarias, y lejos del consumo sin pausa quedaron miles y miles que no tienen un trabajo registrado, cerca del 40 % de los trabajadores, los que sobreviven haciendo changas o con trabajos eventuales.
¿Qué está pensado el Gobierno para fin de año? ¿Un paquete de medidas para fomentar el turismo al alcance de los sectores populares? ¿Colonias de vacaciones y centros recreativos para los niños? ¿Un plan de obras públicas que dé trabajo decente a todas las manos disponibles?
No señores lectores. Ya algunos medios empiezan a hablar de “saqueos”, Barrionuevo pronostica “estallidos” y que “los conflictos se van a acelerar” (de luchar porque su gremio mejore sus condiciones salariales ni hablar, eso garantizado), y una serie de premoniciones para generar un clima reaccionario al que el gobierno responderá con... ¡la ayuda del Ejército!
Sergio Berni, el encarnizado antimanifestaciones secretario de Seguridad, junto a César Milani, el jefe del Ejército denunciado en casos de desapariciones durante la dictadura, se están poniendo de acuerdo en un plan antisaqueos. Berni ya mandó un alerta a las fuerzas de seguridad que dependen de su cartera para que no se tomen licencia durante diciembre, y estarán apostadas en las principales ciudades del país, listas para reprimir cualquier expresión de visibilización del hambre de miles, que no tienen qué llevar a sus mesas en las fiestas. Nada, salvo la campaña mediática, indica que se vayan a saquear negocios, pero el clima que van generando hace probable que termine dándose, como la famosa profecía autocumplida. Y si sucedes, allí estarán gendarmes, prefectos y policías apaleando a los más pobres.
Por si fuera poco, el Ejército, tan nacional y popular, ya está armando su plan y brindará, por el momento, logística para que las fuerzas de seguridad puedan desarrollar su labor represiva sin problemas.
Por su parte, el ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados, cada vez más parecido a un sheriff del far west, se llena el pecho anunciando que volverán a poner en marcha un “comando conjunto de operaciones” para coordinar acciones entre la policía provincial y las fuerzas federales. Además, en un amistoso diálogo con Luis Majul el domingo por la noche, donde desplegó toda su verborragia contra la “inseguridad” en términos bélicos, anunció que habrá en las calles “diez mil policías nuevos, que serán los egresados de treinta escuelas descentralizadas de la provincia de Buenos Aires”.
Así, como con cada llamado a reforzar la “mano dura”, lo que seguramente aumentará no es la llamada seguridad para los “vecinos” a los que Granados quiere representar, sino la inseguridad para los jóvenes de los barrios populares como Luciano Arruga, acosados, hostigados, torturados por la policía que con cada vez más poderes y aliciente para actuar, verán en los pibes con gorrita un enemigo. Miles de policías patrullando las calles son un peligro para la juventud, no para los autores de los grandes delitos como la trata o el narco, a los que la policía está íntimamente ligada.
Las medidas del Gobierno nacional no tienen más objetivo que criminalizar la pobreza y se están preparando para profundizarlo a fin de año.
El caso de Luciano está llamado a ser un antes y un después para detener la enorme lista de violencia, abuso y gatillo fácil policial.
La Izquierda Diario
