Nuevas formas de comunicación
31/05/15 13:05 | Nacionales
Q, mñn, grc,ok, bn, vs, dde, xq, tas, toy son algunas de las abreviaturas más usadas en los mensajes de Whatsapp, caracterizados por la rapidez y lo instantáneo. Claramente se impone un nuevo modo en el uso del lenguaje.
La semióloga Olga Corna sostiene que estamos ante una revolución tan grande como la que provocó, en 1440, la imprenta de Gutenberg. Y sin dudas las transformaciones generan temores. ¿Está cambiando el lenguaje para siempre? ¿Se perdió la ortografía tal como la conocimos? ¿Morirán los libros?
'Estamos ante un cambio radical en el uso del lenguaje', sostuvo la semióloga y profesora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Corna se considera una 'integrada', según las categorías de Umberto Eco (apocalípticos e integrados). Sostiene que el uso abreviado y ágil 'nos ofrece la oportunidad de hacer asociaciones mentales y sintetizar el lenguaje como nunca antes se había hecho'.
'Este es el comienzo de una manera diferente de manejar el lenguaje, como sucedió con la imprenta. Después de ese invento la lengua se utilizó para siempre de forma diferente. Por eso considero que no hay que preocuparse. En aquel momento la humanidad se acopló al cambio y ahora también lo hará. Estamos en un momento crucial y tenemos que ocuparnos de cómo nos preparamos en las escuelas y en las universidades para enseñar desde este cambio', alertó.
Lenguaje de íconos
La aparición de los dispositivos móviles cargados de aplicaciones y la posibilidad de conexión a internet provocaron que la comunicación sea cada vez más veloz y mucho más efímera que una charla personal. Por eso se utilizan —como nunca antes en el lenguaje escrito— los íconos que reemplazan palabras. 'Se usan otros recursos como el apocopar las palabras, sintetizarlas, pero no como siglas. Se podría hablar de un nuevo código cargado de una fuerte iconografía”, destacó la semióloga.
Corna señaló que los cambios en el lenguaje están “obligados” por esa rapidez y el vertiginoso ritmo de vida actual, que hacen que la comunicación sea más sintética y directa.
Las que se ven más complicadas en este nuevo paradigma comunicacional son las generaciones “analógicas” que aprendieron a escribir con mayúscula, minúscula, con cursiva e imprenta y con determinado uso para cada uno de ellas. Ahora por ejemplo “las mayúsculas ya no se utilizan para demostrar el inicio de una frase, sino que reemplazan una entonación. Así cuando se escribe toda una palabra con letras mayúsculas es para darle un tono de voz más enfático y así lo lee el receptor”, explicó la especialista.
En cuanto a la cursiva e imprenta, la semióloga manifestó que “determinada franja etaria no conoce la cursiva y eso es un tema preocupante”. Lejos de escribir con una pluma o una birome hoy la mayoría escribe con dos dedos sobre un teclado táctil. “Es una manera distinta, pero habrá que ver si esto no trae problemas a nivel físico”, apuntó.
La muerte del teléfono
La semióloga califica al teléfono celular como “prótesis” y asegura: 'No se pueden llamar teléfonos porque lo que menos hacemos es usarlos para llamar a alguien. Son adminículos que sirven de agenda, despertador, correo electrónico, máquina de fotos, radio y tantas otras cosas más. Son prótesis del cuerpo humano. El problema es cuando no podemos vivir sin ellas', destacó.
La tecnología facilitó de una manera inusitada el contacto con personas que están en puntos remotos del planeta, otra novedad. Y también multiplicó la cantidad de contactos que se pueden manejar a la vez, por ejemplo, a través de los grupos de Whatsapp donde un mensaje llega en forma instantánea a todas las personas que se desee.
En este nuevo modo de comunicación, Corna considera que “hay un nuevo formato de habla, que traslada la oralidad a lo escrito”.
“Antes el habla estaba acompañada de gestos, movimientos como el guiño del ojo, el levantar los hombros, una leve sonrisa, pero hoy, al no estar enfrente el otro, hay que buscar recursos para que también el receptor reciba ese mensaje a través de una pantalla. La cosa se pone más difícil y es más problemático elaborar el mensaje', y que llegue con el tono e intención que nosotros queremos darle.
Corna sostuvo que supone un ejercicio cerebral “maravilloso” el hecho de tener que buscar otras maneras de decir. “En un mensaje corto tengo que ser clara y lograr que el otro rápidamente entienda lo que le estoy diciendo. Por eso creo que nunca como ahora el cerebro funcionó tanto en estas cuestiones lógicas de abstracción, en la búsqueda del mejor modo para decir algo”.
“Todo eso nos implica un cambio importante porque nosotros explicamos en subordinadas, y contestar claro y conciso a lo que se te pregunta es un ejercicio importante porque en el lenguaje oral usamos mucho los conectores y acá por ejemplo no se utilizan”, subrayó. También destacó la desaparición del signo de interrogación o de exclamación antes de las frases. “¡Somos todos ingleses! exclamó.
El libro
En este contexto de inmediatez, de frases breves y mensajes concisos, ¿el libro va a morir? “No va a morir nada de lo que hay. Tal vez se le de otro uso, como por ejemplo la búsqueda de información ordenada. El problema que tenemos ahora es que tenemos los recursos técnicos pero no tenemos, al menos hasta ahora, el recurso humano afinado para que eso suene bien, como un buen piano con un buen concertista”.
Sin embargo no se pueden ocultar los beneficios. Por ejemplo, un tartamudo deja de serlo en estos sistemas. Lo que antes el lenguaje no permitía ahora se lo resuelve la técnica. “Lo que sí se ha perdido es un formato de lenguaje basado en un paradigma que tenía que ver con una gran cantidad de palabras a elección. Ahora la búsqueda pasa por decir algo de la mejor manera posible y con menos palabras”, explicó Olga Corna.
Lo público y lo privado
La globalización y la posibilidad de conexión permanente facilita el contacto y en este marco se perdió la definición de qué es lo público y qué es lo privado. Desde que una imagen aparece en una red social —aunque esté pensada para ser compartida por el grupo familiar— se convierte en un hecho público al que todo el mundo puede acceder. “Estamos en un pasaje de la humanidad donde la forma de contactarnos se ha facilitado muchísimo. El acceso a la información se ha democratizado enormemente y ya no hay fronteras entre lo público y lo privado. Antes estos límites estaban establecidos, pero ahora ya no”, agregó Corna, que reforzó esta idea con un claro ejemplo, el de los bancos que llaman al celular de quienes ni siquiera son clientes para ofrecerles alguna promoción o tarjetas de crédito, las que incluso envían al domicilio particular cuando jamás fueron solicitadas.
Corna destacó que es todo un tema la intromisión permanente en la vida. De hecho, ya ni el sueño es tranquilo. “Muchas personas ni apagan el celular para dormir y les suena permanentemente, lo que provoca un descanso interrumpido”, acotó.
La Capital