Un abrazo para todas las madres

Un abrazo para todas las madres

Una flor en el alma

Graciela Caiola nos regala esta reflexión para todas las mamás

20/10/13 11:49 | Sociales

“Mamá”. Palabra con mayúscula, tan grande y vital que es la primera que se balbucea. Es la única que supera y calma todo desconsuelo cuando se es chico y aún, siendo grandes. .. Si algo duele, se busca a mamá. Si algo sorprende, se llama a mamá. ¿Algo me preocupa?, sé que mamá es calma. Si hay un logro, es quien más lo festeja de verdad. Si estoy desolado, viene su abrazo… y ya está!
Aunque no le diga nada, ella sabe siempre qué me pasa. Dicen que su alegría tiene un límite y es, la tristeza más pequeña de cada hijo. Aunque esté a las corridas y se caiga de cansancio, un llamado, un quejido… y ahí está, siempre atenta, como nadie más puede hacerlo tan bien. Presta para asistir.
El amor maternal tiene mil matices. Sabe mucho de dar. Dar casi todo en el regazo, la caricia, la sonrisa, la palmadita, la palabra, el mirar, el estar pendiente todo el tiempo de la necesidad del hijo. Hay abrazos y hay enojos. Hay arrullos para dormir y algún tono fuerte para limitar o corregir… Ella se da. Se descentra. La prioridad es el hijo.
Esté o no presente siempre está… Porque es el origen. Porque puede haber otras personas en función materna, pero sólo hay una para cada quien. Esa especial, singular.
Más allá de lo biológico, hay mamá del corazón, mamá de la misión, mamá que abandona, mamá que ya se fue… Amor o crueldad no enturbian al hecho de engendrar. Es maravilla en el universo. Para cualquiera de nosotros es la matriz. El lugar fértil donde germinó el ser. La vida. Después, vienen las vivencias. Las buenas. Las no tanto. Las no deseadas o casi imposibles de comprender…
Hay hijos que están tranquilos. Ella está cerca. Al alcance de la mano. De la mirada. Siempre está. Otros saben de la amarga búsqueda cuando, por mil razones, fueron privados. Aunque pasen los años, el interrogante no les cierra y sangra. ¡Cuántos abrazos sellaron el perdón en el encuentro de ese hijo con “su verdadera mamá”! ¡Qué vacío se abre cuando estuvo y ya no está!
Lo paterno y lo materno son fundantes de nuestra existencia… pero el vínculo con mamá, tiene su aroma, el de sus manos, su cocina, el hogar huele a ella… Crea identidad.
Ella es síntesis de toda emoción y sabiduría porque vivió juntos el dolor en las entrañas y la felicidad mayor, en el temblor tibiecito del primer beso. Sabe bien que es instrumento de Dios para que la humanidad exista… Gestación y proceso. La transformación vital la necesita.
A veces, por querer hacerlo todo, por querer estar en todo, se equivoca… Ella cree que es su deber. No se pone a desocultar los mandatos que pueda ir imprimiendo. Naturalmente se guía por intuición y, nadie le gana… La intención es buena porque se proyecta; mamá trasciende gracias a ese hijo. Mamá revive al aupar un nieto. Mamá desborda la emoción en lágrimas cuando llega ese “¡Feliz día, mamá!”, inspirado en todos los días.
Yo extraño gritar “Mááááá” desde el portón y tal vez deseo que me escuche desde donde esté, para decirle “¡Gracias por ese caudal de amor! ¡Gracias, con una flor en el alma!; jamás se va a marchitar y es únicamente para vos, querida mamá”.
Una igual, en cada hijo, para su mamá. ¡Sean felices!

'Esto escribí en octubre-2012 y no puedo cambiar ni una letra. Es un abrazo a todas las mamás'.

Graciela CAIOLA

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