Un símbolo de una época no tan lejana
20/10/17 13:30 | Locales
A ese en el que mirabas a mamá o a la abuela en la cocina, no la de 4 hornallas a gas, la cocina a leña.
Ella se ocupaba de la tarea más ardua de la casa, la de llenar las tripas con ricos manjares.
En honor a esa, no la essen, sino la negra por el ollín. Si sabrás de lo que te hablo, de la que se posaba en el ramadón, colgada en un alambre de las cumbreras.
No había recetas escritas, eso se heredaba.
La elegida para hacer la comida diaria. Mazamorra, locro, el relleno para las empanadas dulces, la comida para el pastel, el queso de pata, el puchero y que puchero!
¿Postres? ¿Lo sentís? ¿Sentís ese olorcito? Te detenías unos instantes a disfrutar el momento, cerrando los ojos, percibías ese olorcito dulce, rico que invadía y encendía todos tus sentidos. El flan de maícena con aroma a naranja, que decir del arroz con leche.
¿Y las ancuas? Algo parecido al pororo, pururu o como quieras llamarlo, era otra la cuestión. ¿La ves? ¿Ves sus manos? La veías como juntaba las cenizas, no el aceíte, que ponía dentro de la olla a calentar a fuego de leña, ella agregaba el maíz y con un palo movía los granos de un lado a otro y no faltaba ni uno sin reventar. Ancuas al rescoldo. ¿ Y Después? Después las pasaba por la saranda, sacudía para limpiar las cenizas y quedaban limpitas, sal y al buche. Eran otros tiempos.
Te pudo haber pasado lo de Don José, era una madrugada, quizás había llegado un poco caú y para sumarle venía volteando la olla. Se acostumbraba a tener 2, en una se cocinaba la comida de la familia y en la otra la de los perros, y cada una se colgaba en su gancho. No sé quién había cocinado esa vez, que la dejó colgada en el gancho equivocado. Se vé que se le cocinaba rico a los perros en ese entonces que ni cuenta se dio. Panza llena corazón contento.
Que lindo es conservar cosas como estas del pago y seguirlas usando!
Golondrinas en Lagos