Juani y su mamá. Maite Lanata y Nancy Dupláa
12/07/18 15:08 | Nacionales
Veo televisión desde hace 50 años, más o menos. Vi de todo, lindo, feo, vergonzante, brillante, indignante, memorable, olvidable. Por suerte ahora también puedo ser testigo de esto que sucede en la despreciada (por muchos) TV abierta: los libros se ocupan de incluir personajes que luchan por vivir libremente lo que sienten, mientras de a poco derriban el sólido castillo de naipes de los prejuicios ajenos.
Y lo bueno es que no se los presenta como los “raritos” de las historias. Sino que se habla de gente como uno, en más de un programa. Y ahí está la clave de esto: ya no son hechos aislados (que los hubo siempre, en distintos registros), sino que en un simple zapping uno puede encontrar diferentes abordajes de la misma moneda. La que le da valor a la identidad, al divino sello del “soy lo que soy”.
Si es cierta esa premisa que indica que la pantalla refleja lo que pasa en la vida, era hora de que la ficción respetara -ni la superara ni la ignorara- la bendita realidad. Y lo más elogiable es, además del compromiso, el modo en el que lo hace. Ni parodia ni estereotipo.
El ejemplo más conmovedor de este tiempo es, sin duda, el de Juani, la adolescente de 100 días para enamorarse que le permite a Maite Lanata probarse en aguas cada vez más profundas. La tira de Underground llevó el tema con paciencia, con cuidado, sin la prepotencia de los que buscan impacto. Primero instaló la historia base de los protagonistas y luego fue creando el clima perfecto para tocar el tema de la identidad de género con madurez. Y en la elección de Sandra Mihanovich como invitada para la escena en la que Nancy Dupláa y Maite se sacaron chispas está la certeza del amor que le puso la producción al asunto. Que más que asunto es un hito que invita a la concientización. Y a seguir siendo testigo de que la TV argentina no se rinde. Cada tanto, como ahora, resiste, curiosamente, desde la libertad.
Clarin