Cottolengo Don Orione
18/04/20 18:07 | Locales
El padre Anibal Quevedo, en una entrevista exclusiva realizada por “Diario de la mañana”, contó cómo vive el Cottolengo “Don Orione” la cuarentena, la situación extraordinaria a la que todos debemos adaptarnos, y cambiar nuestros hábitos establecidos: “Aquí viven personas con diferentes discapacidades: intelectuales, físicas, y frente a esta particular situación, es complejo todo, porque cuidamos a una población que no tiene plena conciencia de lo que ocurre realmente. Ellos ven que no hay visita, que hay menos gente trabajando, y preguntan hasta cuándo será así. Es entendible, porque lo que antes parecía ciencia ficción, ahora es nuestra realidad. Para una persona con discapacidad, lo es más, porque tiene menos herramientas lógicas como para aplanar la curva. Hay ciertas situaciones que tuvimos que restringir o dejar, en el saludo, en el beso, en el mate, que es una tradición argentina, y para nosotros compartirlo es parte integral de nuestra cultura”.
En el Cottolengo, todos los residentes presentan factores de riesgo, por patologías, por problemas respiratorios, por afecciones cardíacas. La buena noticia, sin embargo, es que se está aislado, y posee también un predio considerablemente grande, con espacios verdes y naturaleza, para salir a tomar mate, a caminar y a tomar aire. La cuestión es como cuidar que no se contagie el virus. Salir y respirar es calidad de vida, ver eso tan cuidado, y poder apreciar el canto de los pájaros, y los sonidos armoniosos de la naturaleza.
Anibal sostuvo también que el ingreso estaba restringido desde antes de la cuarentena, pero ahora el personal está reducido, porque se busca reducir el riesgo de circulación del virus: “El empleado es necesario, porque los residentes necesitan asistencia, por eso trabajamos mucho la concientización y las medidas cautelosas que se deben tener. El ingreso es vital, solamente se reduce la cantidad de personas y de horas. Intentamos trabajar de manera conciente y responsable, para tener mucho cuidado a la hora de seguir los procedimientos de higiene, a la hora de entrar, como por ejemplo, la ropa, que traen de afuera. Todos aprendemos y reflexionamos, a medida que avanza este tema, que parece ponernos en riesgo a todos. Tenemos la gran responsabilidad de cuidarnos y también al prójimo”.
Con respecto a la celebración de las misas, expresó: “La celebración la tenemos diariamente, pero solo con los residentes, y como en todos lados, la distancia prudencial mantenida entre los que se sientan, ya no darnos el saludo de la paz”.
Al temor por el Coronavirus, se suma el constante problema de crisis económica, que ahora se agrava, principalmente, porque requiere mantener equipos de seguridad y prevención para contener y combatir la situación. Los barbijos, por ejemplo, se vuelven necesarios y hacen mucha falta, y en el caso del Cottolengo, no se cuenta con la totalidad necesaria, teniendo en cuenta que al no poder salir y no disponer de facilidades, es muy difícil respetar esta norma, recientemente obligatoria.
Finalmente, el director del Cottolengo reflexionó que “Este parate nos puede ayudar a pensar y a considerar dónde estamos parados como sociedad, y a plantearnos ser mejores personas y mejorar como colectivo”
Andrés Vallasciani