Ana Paula Scarpecci, Psicóloga

Ana Paula Scarpecci, Psicóloga

El doloroso e inevitable proceso de duelo

La mirada de la profesional Ana Paula Scarpecci

11/06/21 12:08 | Locales

Ana Paula Scarpecci, psicóloga de la localidad de General Lagos, se explayó sobre un tema muy interesante: Cómo realizar un duelo, especialmente en estos tiempos duros en los que está falleciendo mucha gente en el mundo. Según explicó, es un tema que genera muchas inquietudes, y también todo un proceso de dolor.

«Ante una muerte de un familiar, uno se pregunta qué estaría bien y qué estaría mal», sostuvo Ana Paula, «Hay muchas personas que se van, que parten, y con las que generamos vínculos afectivos muy importantes. Está bueno a lo mejor hablar del tema un poco, y pensar en que es un proceso natural del proceso humano. Es inevitable, hay que atravesarlo, y naturalmente genera angustia. Entraría a considerarse patológico cuando la tristeza y esa melancolía persiste por años, y lo deja a uno inhabilitado para vivir. La tristeza es natural sentirla, porque es algo que nos atraviesa a todos cuando experimentamos esto»

Hoy, en plena pandemia, debido al Covid, sabemos que en muchos casos no podemos despedirnos de las personas a las que amamos o que conocemos. En este sentido, expresó: «Hoy nos falta ese ritual habitual que tenemos como sociedad, pero la realidad es que el proceso de duelo es individual, que uno hace en su intimidad. La falta genera la sensación negativa, digamos. Ese otro no está, y eso también da una sensación de extrañeza, de no poder soportar la falta, de la ira que surge dentro de uno. También el miedo. Al momento en que pasa una muerte, no se puede pensar. Son cuestiones que uno debe maquinar en el momento en el que estamos. Tiene que ver con cómo se procesa la falta del otro, que a veces lleva a alterar la percepción de la realidad, y esto a veces lleva a ver al otro, a escucharlo luego de que ya no está físicamente ahí. El verdadero proceso de duelo implica hacer que muera la imagen interna con la que uno se imagina, habla y acompaña. Esto debe morir para que uno pueda seguir viviendo».

A veces, el duelo es un disparador para algo extremo, como sería el caso del suicidio. Esto sucede particularmente en estos tiempos en los que se vive mal, y toda la angustia, la ansiedad, el dolor explotan ante la muerte de un ser querido. En este sentido, dijo: «Puede ser un disparador de todo lo demás, cuando perdura y uno no puede salir de esta situación de tristeza, y se entra en una cuestión que se transforma en melancolía. Uno pierde, pero no sabe qué. Al entrar en ese campo no hay algo que duelar, porque se pierde el sentido, porque el duelo tiene un proceso interno desde que la persona ya no está, y ahí es donde se muere un pedazo tuyo, de tu tradición, y esto es necesario que suceda y se deje ir, para poder seguir adelante. Es muy difícil porque es muy doloroso, porque hay que matar algo interno, dejarlo ir. Es parte de la vida, y es lo que le da valor a lo que nos pasa todos los días, porque si no muriésemos, no valoraríamos ciertas cosas»

El tema de la muerte es un tabú en nuestra sociedad. Genera angustia y no se menciona. Es parte de un proceso vital, y según Ana Paula, lo mejor es hablarlo y generar también cierta angustia sobre eso, para ir preparándonos para vivir, pero también para la muerte: «En una sociedad en la que estamos muy acostumbrados a tapar todo, debemos repensar qué queremos, qué deseamos y para donde uno quiere ir. Hacer cosas que para nosotros tienen valor, no hacerlas porque nos dicen o nos dicta un sistema. La vida y la muerte tienen una relación reciproca, porque sabemos que vamos a morir, y debemos darle sentido el estar acá. Damos por hecho de que el otro estará para siempre, y nos sentimos obligados a ir cuando el otro muere. Uno va por una cuestión egoísta, porque se busca el consuelo propio. También está la parte solidaria de acompañar a sus familiares y amigos. Pero lo cierto es que no se va por la persona».

Luego del duelo, se vuelve necesaria una negociación con la realidad, que se torna extraña ante la ausencia, y hay que tolerar la nueva situación que en principio se padece. En estos tiempos la situación se complica más, porque no hay proceso de despedida, y entonces la adaptación debe ser muy rápida, porque todo es repentino.

Andres Vallasciani

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