Padre Javier Perelló
12/06/21 9:44 | Locales
El Padre Javier Perelló celebró ayer una misa virtual, dedicada al sagrado Corazón de Jesús, y enlazada también con la memoria del Padre Juan José Capitanelli, porque se cumplió un mes desde su partida física.
La lectura principal del evangelio trató sobre el Buen Pastor, que deja a sus ovejas aseguradas para ir en busca de la perdida, alegrándose el cielo por la recuperación.
La homilía del padre Javier decía: “La vocación de los hijos es honrar la enseñanza de nuestros padres. Lo peor que puede hacer es defraudar lo bueno que recibió de su educación es tirar por la borda lo que se le dio. Hoy vemos aquí esta enseñanza, la del padre que deja en los hijos la voluntad de seguir lo enseñado. Un padre busca siempre la unidad, la reconciliación, la unión, la comprensión. Debe observarlo todo, corregirlo todo, y mantener en silencio el dolor a veces. Recordemos al padre Juan, que ha soportado dolores en silencio, sin lugar a dudas, y que sabía descargarlos en el sagrado corazón de Jesús. Por eso una de las cosas lindas que queremos recordar y honrar, es tratar de vivir lo que nos enseñaron nuestros padres, porque cuando no lo hacemos, traicionamos su memoria y su enseñanza. Por eso le pedimos a él que nos acompañe con la oración y que nos de la gracia de tener un corazón bueno, humilde, de hombre, que supo enfrentar las contradicciones y las luchas internas con la confianza puesta en él. Yo lo conocí de chiquito, compartimos muchas cosas. Tenía su carácter y sus formas, y podía equivocarse muchas veces, pero algo no se le podía reprochar, y es que sabía descargar eso en el Sagrado Corazón. Esta enseñanza es la que nos queda hoy: depositar nuestra confianza en él, para que sea quien vaya hilando nuestras tareas y nuestra vida, porque el límite lo experimentamos todo”
Javier prosiguió recordando que para ser un buen pastor, primero se debe tener un corazón bueno, porque de otra manera no es posible serlo: “Tener el corazón de Jesús, y poder seguir sus pasos, debemos pedírselo, porque si queremos ser buenos pastores, tenemos que tener humanamente un corazón bueno. El que se hace celador, guardia, y custodio del Sagrado Corazón, debe defender con la misma fuerza aquello que trata de vivir. En primer lugar, es un corazón misericordioso, porque es un buen pastor que acompaña a su rebaño, y también empuja a la perezosa, con la paciencia, con el cariño, la bondad y la exigencia, para que todos marchen por un camino, no por diferentes caminos. Tiene que conducir con misericordia a todos, para que lleguen todos juntos. Hay que ver cuántos gestos buenos y lindos tiene Dios con nosotros, además de perdonarnos nuestros pecados y nuestros errores”.
Finalmente, expresó que no basta con perdonar y ser perdonado, que es un gesto increíble de la misericordia, sino que también hay que trabajar en los gestos hacia el otro, de cercanía, de paciencia, en la comprensión, el acompañamiento y la caridad: “Cosas concretas. No palabras. Acompañar, sostener, entendiendo, buscando el bien del otro, y tratando de ser misericordiosos con el otro como él lo es. Ese corazón que nunca destruimos con nuestras faltas, nuestros pecados, aunque está dividido, responde amor con amor a esas heridas que muestra como un signo de reconciliación y de amor. Tiene que aprender a dar lugar al perdón, al amor, y derramar un gesto que no responda con malicia, sino con entrega. El corazón del hombre, sin embargo, se endurece, se resigna, se ofende, y no es capaz de dar amor y perdón. Le tenemos que pedir esto como una gracia, especialmente si uno está dispuesto a custodiar su corazón”
Por último, expresó su deseo de que este enorme corazón sea el refugio y el hogar de todos los hermanos, para compartir todos juntos, la experiencia del amor de Dios.
Andrés Vallasciani