Padre Javier Perelló
27/06/21 12:37 | Locales
El padre Javier Perelló brindó a la comunidad otra homilía dominical, refiriéndose a la importancia del acercamiento a Dios, pero de la manera correcta para poder tocar el poder y la misericordia de Jesús en profundidad y de manera sincera, por medio del camino de la fe y de la humildad:
“Marcos guarda muchos detalles, tomando notas y contando todos los detalles. Este tiene una particularidad que deja una hermosa enseñanza: son dos situaciones importantes en la vida de todos, con cosas que nos aprietan a todas. Una es la vida y la muerte. Y que fijarse que Jairo, el papá de la niña, muy conocido e influyente, no experimentaba la muerte cercana en él, sino en su niña, muy pequeña. Este es uno de los golpes más duros que la vida nos puede dar. El otro caso que también nos afecta al tocarnos de cerca, es la enfermedad, que es un signo de deterioro en la vida. Hay que fijarse que en libro de la sabiduría hay una reflexión muy hermosa: Dios no nos creó para la muerte, sino par la vida. No soporta la muerte y el dolor de los que ha creado. Por eso él tiene una solución para todo esto”.
Como explicó Javier, lo que nos enseñan estos pasajes es la importancia de la manera de acercarse a Dios: “En este caso, los dos creen, y ambos tienen necesidad de acercarse a Jesús. La desesperación en ciertos momentos es natural en la vida, porque necesitamos respuestas en momentos muy duros. Todo el mundo recurre a Jesús en momentos duros, planteándole problemas, exigiendo respuestas, como nos dice la lectura, muchísima gente apretándose, buscaba acercarse a él. Algunos lo hacen con fe, y otras sin fe, y eso es lo que él distingue, y lo sabe hacer, porque conoce el corazón de cada uno, de manera perfecta. La mujer del evangelio se gasta la plata en médicos por desesperación, sin hallar resultados favorables ni respuestas. Buscaba sanación. Hay que preguntarse cómo es nuestra fe y nuestra relación con Jesús en estos momentos y a la hora de acercarse a él”.
Problemas, enfermedad y dolor tenemos todos los seres humanos, pero el cristiano tiene una particularidad, en la manera en la que afronta esto. En la fe que uno tiene en él y en su poder. Nuestra confianza en Jesús es central: “Si nuestra Fe crece o decrece, si tenemos hábito o ganas de ponernos en sus manos, de estar con él, o si nos ponemos un tanto rebeldes. Si esto ocurre, es una ocasión para crecer en la confianza con él. En estos tiempos, muchísima gente nos pide oración y también Dios. Si se acercan a Jesús en la desesperación, es mejor a que directamente no lo hagan. Él ciertamente puede dar la vida, y si no es acá, lo es en el cielo. Ante la muerte, probamos nuestra Fe, como Jairo, que recurre a Jesús, que sabía que sí podía”
Para creer en la vida eterna hay que tener Fe. Por eso en el evangelio se insiste tanto en el creer. Si uno tiene Fe, aunque muera, vivirá. Nos entristece el dolor humano, naturalmente, porque fuimos creados para la vida, no para la muerte. Por eso nuestra fe se dirige a la enfermedad, pero también a la muerte, para poder superar, Dios mediante y su poder sanador, estas instancias, reestableciendo salud, vida y alma: Hay que pedirle mucho la Fe, como esta mujer y como Jairo, que pusieron su confianza en él y fueron testigos de que puede devolvernos la salud y la vida. Podemos pensar en las veces en las que se lo pedimos y nos la ha devuelto. La enfermedad nos ayuda a pensar, a aprender y a ver las cosas de otra manera. Hay que aprender también a confiar en que Dios tiene un plan detra´s de todo esto, para liberarnos de alguna situación aquí en la tierra. Pidámosle entonces que nos dé la gracia para superar la enfermedad, para superarla, o para comprender el sentido de la muerte, como testimonio de Fe, viviendo nuestra vida de esta manera, para aquellos que no creen”
Andres Vallasciani