La serie se emite por canal 9
22/01/14 13:03 | Nacionales
Pablo Escobar, el patrón del mal, la serie sobre la vida del legendario capo del cartel de Medellín, logra tener un efecto parecido al que tuvo la serie los 80 al dotar la historia reciente de Colombia de una narración para público masivo.
En el caso de la serie colombiana tener como origen un extenso libro de investigación simplifica las opciones para retratar al hombre, el proceso y la tragedia. En esto último ahonda en la radiografía de las responsabilidades colectivas y en los cruces de poder que forman parte del fenómeno del narcotráfico, que termina permeando todas las demás estructuras.
En este punto la serie adquiere valor e interés histórico por su audaz apuesta de dar cuenta del proceso político. Habría sido igualmente valido optar por hacer el retrato de la peculiar personalidad del narcotraficante, pero lo que hace que no sea otra historia de gangsters es el esfuerzo por dar cuenta del tejido y la trama de una sociedad desarmada, que no logra reaccionar ante el terror.
Lo que captura la atención del espectador es la amplitud y asertividad con que su director, Carlos Moreno, nos cuenta la formación del poder de Escobar. Y a pesar de que hay relaciones como la del jefe del cartel con su madre que aparecen reducidas a una caricatura, lo cierto es que el registro general construye personajes identificables, que explican las muchas tramas de la corrupción que permiten la aparición de poderes dentro del poder que explican el comportamiento del líder mafioso más allá de sus características sicopáticas.
Esta cualidad hace que el Patrón del mal sea más que otra saga sobre la mafia. Todo lo que se va contando nos evoca -por ejemplo- el panorama actual que vive México, donde pese a las diferencias la conformación del narco-Estado también ha puesto en jaque a un sistema político carcomido por su corrupción e inoperancia.
La historia de Escobar nos sitúa en el período de consolidación del mercado de la droga, que en los 80 es un fenómeno relativamente nuevo, que empieza a dar las bases de la economía paralela que es en la actualidad. Las imágenes delirantes del mafioso contando billetes en una bodega llena de dinero hoy se trasladarían a los movimientos bursátiles en las más respetadas bolsas de comercio del mundo. Y aunque el desarrollo de la historia no va en esa dirección, la cuestión es bastante inquietante y queda planteada como una consecuencia obvia de la evolución del mercado y de los niveles de capital que mueve.
Lo notable es que el guión no evade ninguno de los hechos más dolorosos que marcaron la trayectoria de Escobar y la historia de Colombia. En esa línea resulta destacable el trabajo realizado con imágenes documentales,intercaladas con gran calidad en la recreación de los atentados con los que el cartel de Medellín llevó a la sociedad colombiana a una de sus peores crisis. Otro punto fuerte de la trama es como explica las querellas de Escobar con el Partido Liberal y sus corrientes más progresistas, que desembocan en una frustrante carrera política y en el asesinato de Luis Galán, carta presidencial con quien murió una oportunidad de saneamiento de la colapsada cultura política de la nación cafetera.
La serie nos muestra que la seguidilla de actos terroristas que en palabras de Escobar pusieron “al gobierno de rodillas”, tienen una cuidadosa planificación, que explica con exactitud el colapso de las instituciones que impone el terror como herramienta política. El exterminio del director del medio de comunicación más influyente de su época, del candidato presidencial, el ministro de justicia, de un centenar de ciudadanos anónimos en un avión de la línea área nacional, del jefe de policía, el atentado contra la sede de inteligencia nacional, son golpes para crear un ambiente que haga inviable la extradición de los jefes del Cartel de Medellín a EEUU. Escobar implementa esta estrategia como líder de “Los Extraditables” cuyo lema era: “Antes una tumba en Colombia, que una celda en Estados Unidos”.
El objetivo del grupo era influir en los poderes jurídicos y legislativos para que no existiese tratado de extradición. Lo que partió como una estrategia publicitaria se convirtió por decisión de Escobar en una guerra contra el Estado que marcará su caída. En este punto hay que destacar el modo en que la serie introduce como parte de la estrategia las relaciones de Escobar con los paramilitares de la extrema derecha, una historia que se explica para demostrar el control territorial 'que el poder narco' tenia en gran parte de Colombia. Y también la amarga implicación que tuvo con grupos guerrileros como el M19 y sus desastroza toma del palacio de justicia.
La serie tuvo gran éxito de audiencia en su país y en Chile. Su alto nivel de aceptación representa el éxito de una historia bien contada. No es la historia de los Sopranos o de un mafioso del barrio. Es la historia de un hombre y también la historia del poder y su cuerpo de seducción por excelencia -que es la violencia-.
Rosario Puga