Padre Javier Perelló
13/02/22 12:28 | Locales
'Todas las lecturas hablan de la confianza, en Dios y en los hombres. Según se nos dice, hay que confiar en Dios y en el hombre. Tenemos que confiar en el hombre porque aprendimos a confiar en Dios, porque experimentamos que Dios confía en nosotros, porque experimentamos que él nos perdona y nos ama, y cuando hemos cometido faltas o hemos sido rebeldes, siempre nos mira con paciencia y nos comprende, haciendo de nuestro corazón algo confiado y fuerte, que no desconfía, sino que aprende de los demás, para que cuando nos fallen no nos decepcionemos. Más bien pensemos en entender por qué nos fallan. Es como un acto de reflexión interior, y por eso debemos aprender a confiar en él, porque nos enseña de qué manera proceder de esta manera, para no juzgar, pero tampoco para no decepcionarnos'
La confianza es una virtud, oculta, secreta, y se puede comparar con un árbol robusto y bien plantado: sus raíces van buscando el agua para fortalecerse, y no le tiene miedo al sol, al frío o a la lluvia, porque está bien afirmado. Toma de la fuente y lleva a todas sus partes. El árbol es así, y nosotros vemos sus frutos. Interiormente busca un torrente de agua que le permita vivir. Así sucede con el hombre que va poniendo su interior en las cosas fundamentales de la vida, y por eso, por mas que alguien se muestre prepotente y seguro por fuera, en la apariencia, puede ser alguien muy inseguro y temeroso por dentro. El hombre confiado por dentro no le teme a nadie, porque confía en las enseñanzas de Jesús y echa raíces ahí'
Echar raíces significa confiar, y es un trabajo de toda la vida:' De chiquititos, cuando nos ponemos firmes en las cosas importantes, formamos otra confianza, aunque por fuera parezca otra cosa. No le tememos a nada, y estamos dispuestos a enfrentar las cosas de afuera, que en cambio, nos hacen tambalear si no nos aferramos a esto. Es como el árbol que se marchita y muere. Hay que trabajar mucho el interior y la confianza, buscando las cosas que tenemos en el corazón, aquello a lo que no tememos enfrentarnos, y por eso hay que aprender a confiar en Dios, pero también en los consejos de los demás, para abrirnos y sacar de adentro esa fuerza. Es un hermoso trabajo para los cristianos'
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