Javier Perello
06/03/22 11:54 | Locales
La Cuaresma es un tiempo de gracia, de bendición en donde Dios nos invita a volcarnos a él. En la soledad, el silencio, conocernos a nosotros mismos, y a la vez acercarnos a él, para que nos ayude a mejorar y a superar las dificultades y tentaciones con su auxilio. “Siempre experimentamos tentaciones, y Jesús también lo hizo. Vino para ayudarnos a vencer cuanto se nos presenta. Aparece siempre en la vida nuestra, para apartarnos de aquello que es la vida del alma. La primera regla es que cuando estemos por dar un paso para nuestro bien o el de los demás, experimentaremos todas las tentaciones habidas y por haber, y se van a meter por los caminos por los que uno menos sospecha. Porque así es el tentador: da vueltas para esperar el momento más oportuno y hacernos tropezar, a veces vestido como ángel, y otras veces no”
Las tentaciones sufridas por Jesús y expresadas en la biblia son las tres básicas, presentes en el corazón de todo hombre, en toda la historia de la humanidad: “Demuestra que hay en el interior. Cómo está nuestra alma con Dios en el momento de las pruebas. La primera es el hambre. Un ejemplo básico básico, pero que esconde un segundo aspecto que es lo material solamente, ignorando lo espiritual. El Señor tenía poder para lograr esto, pero aún así respondió con rechazo. No podemos vivir solamente con lo material: necesitamos la cercanía de Dios y de los hombres, el amor y los afectos. Necesito otra realidad, que es precisamente emocional y sentimental. El hombre no solamente vive de pan, porque necesita de la presencia divina, y de los hombres, aunque nos cueste abrirnos y confiar”.
La segunda tentación básica es la del poder: “Tener poder para poder tener muchas cosas. Es lo que vemos hoy: bolsillos de ricos y poderosos para someter y hacer la guerra. El poder por el poder mismo, y la muerte por la muerte misma. Para que la guerra acabe, decimos que hay que matar a otro, y para solucionar un conflicto, ajustar al que más tiene. Así pensamos la realidad. Esta tentación, hoy evidente en el corazón de los poderosos, se le presenta a Jesús. También nosotros podemos con nuestro deseo y palabras, nuestras exigencias, maltratos cuando pensamos que podemos hacer lo que el otro quiera. Es una tentación permanente. Hoy usamos el término manipulación sobre el otro. Tener poder sobre el otro”
La última es esperar el milagro redentor, una vez que hemos llegado a un límite: “No asumir nuestra propia responsabilidad. No reconocer nuestra falta y esperar a que Dios lo solucione, volviéndolo responsable. Es permanente, porque queremos que el Milagro venga y solucione. Pero el primer milagro es nuestra vida y capacidades para dominarnos y para mejorar. Nuestra razón y nuestra conciencia. Y encima, si no lo soluciona, nos ofendemos con él y dejamos de creer” Hay que ver cómo está nuestro corazón, cómo está nuestra alma, y cómo nos encontramos en la relación con Dios. Cuando él no está en el corazón del hombre, suceden estas cosas como las que vivimos actualmente: “Esta también es una tentación. El pensar que Dios no es parte de nuestra vida y es ajeno. Por el contrario, la forma de proceder es confiar en él, abrirnos, pedirle la gracia de su compañía y de su guía, para llenarnos de él y superar estas tentaciones y dificultades de siempre”
Andrés Vallasciani