El inicio. En Pellegrini al 5900 Daniel Pover baleó al marido de su ex pareja.
16/03/14 11:22 | Zonales
Un drama sostenido en base a celos y disputas derivó en una tragedia ayer por la mañana cuando en la esquina de Pellegrini y Solís, en la zona oeste de la ciudad, un hombre la emprendió a balazos contra un matrimonio y su hija para, minutos después, trasladarse a su vivienda de San Lorenzo al 7000 y quitarse la vida con un tiro en la cabeza. En el ataque previo resultó muy malherido Eduardo Galeano, de 56 años, quien se encontraba internado anoche en el Hospital de Emergencias en terapia intensiva y con respiración asistida debido a las múltiples heridas de arma de fuego que recibió en el tórax y el abdomen. En tanto la mujer y su hija están fuera de peligro.
Según cuentan los vecinos de San Lorenzo al 7000, Daniel Pover mantuvo por un tiempo prolongado una relación con Patricia Carusso, una mujer que se había separado de su esposo, Eduardo Galeano. Sin embargo, el tiempo pasó y la mujer cortó esa relación para volver a convivir con su marido y sus dos hijos. Por eso Pover, según relatan en el barrio, no estaba conforme y había prometido venganza.
Pero como en toda historia de amor, también hay quien sostiene que en realidad era Galeano el que cuestionaba permanentemente a su mujer por la antigua relación que había mantenido con Pover.
Lo cierto es que la mañana de ayer Pover, de 60 años, llegó repentinamente a la puerta de una farmacia de Pellegrini al 5900 a bordo de su Ford EcoSport y encontró a Galeano, de 56 años, y a Carusso, de 51, junto a su hija Florencia, de 24 años. Entonces el recién llegado increpó a la mujer y así se generó una discusión en la que intervinieron Galeano y la hija del matrimonio.
Entre gritos e insultos Pover desenfundó una pistola calibre 3.80 y luego de asestarle un culatazo a Patricia en la cabeza comenzó a disparar contra la familia: Eduardo recibió al menos cuatro tiros en el abdomen y el tórax y está grave en el Heca, Patricia terminó muy golpeada pero fuera de peligro y Florencia debió ser internada en el hospital Provincial con un tiro en una pierna. Sin embargo aún faltaba lo peor.
Según pudo reconstruirse, Pover salió de la escena entre un grupo de vecinos que se agolparon en la esquina, y atolondradamente montó en su auto para dirigirse a su casa de San Lorenzo 7052, donde vive solo hace unos ocho años. En el trayecto le envió un mensaje de texto con su celular a uno de sus hijos y al llegar a la vivienda fue a su habitación. Allí, en medio de una crisis de nervios, se apoyó el arma en la sien y disparó muriendo en el acto. Eran ya cerca de las 12 y minutos después llegaron al lugar sus hijos y la policía, que estaba alertada del ataque del hombre hacia la familia Galeano.
Pover tenía dos hijos, una joven de 26 años y un muchacho de 24. La tarde de ayer ambos se encontraban desolados y pese a la insitencia del fiscal Mario Cimino no quisieron declarar lo que ellos pensaban que sucedió, ni exponer el tenor del mensaje que su padre le envió al varón minutos antes de suicidarse.
Nadie lo cree. 'Era un hombre magnífico, tenía una empresa contratista y nunca lo vi armado. En varias ocasiones lo acompañé a hacer trámites y llevar y traer plata de las obras en construcción y puedo asegurar que ni siquiera era un hombre violento', expresó a La Capital un vecino que lo conocía desde que se mudó a ese barrio.
Por los dicho de allegados, la relación de Pover y Patricia no fue estable: 'Iban y venían. Todo era muy difícil entre ellos. A veces parecían dos chicos que se peleaban por pavadas, pero hacía un tiempo que salían. Patricia venía a la casa y no está clara la relación que ella tenía con los hijos de Pover o este hombre con los hijos de Patricia. Creo que sólo entraban ellos dos en el lazo afectivo', dijo otra vecina.
Los más cecanos lo pintaron como un hombre 'canoso, mas bien petiso y muy solícito. Si necesitabas algo ahí estaba él para ayudarte. No sabemos qué fue, si un ataque de locura, si algo no pensado que sucedió en el momento. La cosa es que pasó lo que pasó', cuentan casi como un increíble relato que no comprenden y justifican en la 'locura'. Ahora sólo quedan preguntas en dos familias destrozadas y la certeza de que un hombre puede cometer un error que sólo salda con su propia vida.
La Capital