Un camino que recién comienza…
06/06/14 9:12 | Locales
“Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio” 1 Tim 1, 12
Parece que fue ayer, un 29 de junio, cuando recibía de manos del Obispo la ordenación sacerdotal. Y, sin embargo, ya han pasado casi tres años; y en este camino que recién comienza estuve en tres parroquias como Vicario parroquial.
La primera, “Ntra. Sra. De Guadalupe”, en el barrio “Empalme Granero” de Rosario; allí he aprendido de la sencillez de la gente y de Juan Ignacio Lanzotti, el Cura; mi tarea ha consistido en misionar en medio de la villa y en otros barrio junto al párroco y a las hermanas franciscanas angelinas.
Pude compartir con ellos un año y medio como seminarista y diácono, y unos tres meses como sacerdote. Luego, el Obispo me envió a la Parroquia “San José Obrero” y la Capilla “N. Sra. De América” del barrio “La Florida” en zona Norte; me encontraba en una realidad muy distinta de la misma ciudad. Lo que más rescato de estos dos años y ocho meses en dicha parroquia, aparte de la experiencia sacerdotal entre los fieles, es haber compartido el ministerio al lado de un gran sacerdote; creo no haber tomado dimensión a la par de quién me encontraba hasta el día después de su fallecimiento, el pasado miércoles 7 de mayo; al abrir los periódicos, tanto locales como nacionales, mencionaban una reseña detallada del sacerdote, poeta y escritor; sus trabajos como docente; las distinciones provinciales y municipales; su gran labor de cambiar la villa por el barrio tan distinguido que es hoy…; pero yo me quedo con el gran sacerdote que siempre se mostró humilde y sencillo, lleno de proyectos y de una particular alegría.
En estos días terminé de desempacar en mi nuevo destino: “Ntra. Sra. De la Guardia”, en Roca y Uriburu de la Cuidad, para colaborar con el Cura Párroco Damián Nannini… una nueva comunidad por conocer, nuevas caras, primaria y secundaria técnica, pero siempre la misma misión a la que fui llamado: Anunciar a Cristo… Llevar el mensaje de salvación a cada hogar, a cada hombre y mujer de buena voluntad. Siempre les pido lo mismo: “No se priven de Dios”.
Si me preguntaran, que es lo que más me emociona en mis cortos años como sacerdote, sin dudar digo “administrar los sacramentos”: llevar la unción a los enfermos y ver cómo se emocionan al recibirlo; administrar el sacramento de la reconciliación (comúnmente llamado “confesión”) y ser testigo del llanto de felicidad de tantas personas que, después de mucho tiempo, se reconcilian con Dios; los bautismos, casamientos; y, sobre todo, celebrar la Santa Misa, centro y culmen de la vida cristiana. Allí radica la fe y fortaleza de cada fiel y mía también. He sido elegido de entre los hombres para ser en la Santa Iglesia mediador entre Dios y los hombres; doy gracias a Dios por ello.
Otra alegría es haber sido padrino de ordenación diaconal de un gran amigo de Cruz del eje, Maximiliano Martínez, con quién he compartido años de Seminario. Ésta y otras semejantes, son gracias de Dios que no la esperaba y que agradezco.
A mi pueblo de Lagos, que siempre recuerdo y visito cuantas veces puedo, quiero decirles que siempre los tengo presente en mis oraciones: tanto en los momentos alegres, cómo pueden ser la elección del Pte. Comunal Esteban Ferri, con quien he compartido la primaria y secundaria, y a quien aprecio y estimo: una gran persona y amigo; así como el centenario de la Escuela Nº 144 “Juan Larrea”; que, de haberme enterado de los festejos a tiempo, hubiera asistido gustoso. También quiero saludar y felicitar a la Pequeña Obra de la Divina Providencia, el Cottolengo “Don Orione”, por sus 50º aniversario y por “rellenar de Caridad los surcos de odio y egoísmo que dividen a los hombres”, como dijo Don Orione.
Así también, he rezado y ofrecido Misa por quienes han fallecido de modo repentino e inesperado y, hasta en algún caso, sin justicia humana aparente: Eduardo Mateo, Mónica Aguirre, Augusto Buralli, sólo por mencionar algunos por quienes he ofrecido Misa; y, finalmente, Belén, que tanto dolor dejó en el Pueblo; pido por el eterno descanso de cada uno y que Dios consuele a sus familiares… sepan que Jesús siempre está con ustedes en estos momentos tan duros, sólo deben abrirles las puertas para que Él reine en sus vidas.
Espero que se acuerden de mí en sus oraciones, ya que las necesito. Es mucho el trabajo y pocos los trabajadores, rueguen por nosotros y pidan al Señor más obreros para su mies.
El próximo Domingo 29 de junio, 3º aniversario de mi ordenación, pondré en la Misa de Acción de Gracias las intenciones mencionadas arriba y pidiendo que Dios bendiga nuestro Pueblo.
Dejo un particular saludo a mis familiares y amigos por estar presentes en cada momento de mi vida.
Por intercesión de la Virgen María de Guadalupe y San José, les acerco la bendición de Dios.
En Cristo, mis saludos y oraciones.
P. Cristián