El horror más grande
14/09/15 14:05 | Nacionales
Fue en Pilar. Desde el día 1 de septiembre, nadie veía a las víctimas, Ricardo Klein y su mujer Miriam Kobalczuk. Ambos vivían del negocio de la venta del cartón.
Compartían la casa en lo que se conoce como una familia emsamblada. Junto al matrimonio vivían Karen Klein, hija de Ricardo, y Leandro Yamil Acosta, hijo de Kobalczuk. Además en la casa vivían dos mellizos de 11 años, hijos propios del matrimonio asesinado.
La sospecha es temeraria. Todo parece indicar que, en una mezcla de codicia y de odio, los hermanastros se complotaron para matar a sus padres. Y así lo hicieron.
Aún resta probar cuál fue la mecánica criminal. La sospecha es que el hombre fue ejecutado de un balazo mientras dormía, y su mujer, atacada de un disparo cuando bajaba una escalera y rematada de otros dos tiros en el piso.
Luego, en un intento burdo por tapar la masacre, los hijos cortaron los cuerpos de sus padres y los prendieron fuego. Horror puro.
Más tarde, para limpiar la escena y borrar su rastro criminal, vaciaron la habitación matrimonial y le pasaron lavandina por todos lados, pero el plan fracasó.
Los vecinos empezaron a preguntar qué pasaba con el matrimonio que no se lo veía desde hacía rato. Entonces, los hermanastros optaron por otra mentira más. Se presentaron en un juzgado de familia de Pilar el día 8 y denunciaron que sus padres maltrataban a los mellizos de 11 años y los obligaban a cartonear.
Al día siguiente se ordenó una restricción perimetral que les impedía a los padres acercarse en un radio de 300 metros a sus hijos. Nunca esa medida se hizo efectiva. A esa altura cuando los homicidas hicieron la denuncia, ya habían consumado los asesinatos.
Por ahora, se encontraron restos de un solo cuerpo. La sospecha es que el doble crimen fue por una combinación de codicia, odio y resentimiento.
Cuando la policía entró al lugar, se le escuchó decir a Leandro Yamil Acosta, sin ponerse colorado: 'Vivíamos como ratas, ¿a ustedes les parece?'.
El doble crimen trajo un recuerdo inmediato: el del caso Schoklender, el parricidio más publicitado e impactante de la historia. Matar a los padres: un umbral que pocos pasan, un horror imposible de comprender.
Minuto Uno