Los candidatos se hicieron presentes en el lugar de la votación

Los candidatos se hicieron presentes en el lugar de la votación

De febrero a octubre, ocho meses que no fueron de transición. General Lagos habló

Matias Martínez hace un análisis de los resultados de las elecciones en nuestro pueblo.

28/10/13 13:05 | Sociales

Hace unos años y en un marco muy diferente al político, un rosarino decía que “lo importante es la nobleza de los recursos utilizados”, una frase perfectamente aplicable a este domingo que quedará en la historia de General Lagos.

Si bien siempre es mejor alejarse de la luz para verla, el análisis en el día de los hechos no se debería hacer esperar. Porque tras veinticuatro años de un mandato instalado en la siesta del poder, el rumbo ha, en mayor o menor medida, dibujado otros caminos.

Por un lado, y desde la perspectiva del oficialismo, la herencia, en su sentido literal, de Oscar Ferri para con su hijo Esteban proponía dos marcos diferentes: el de la continuidad de un proyecto ante la victoria y el de la “etapa de transición” si los resultados eran negativos. Con el resultado sabido, la posibilidad de la continuidad será el arma principal, el brazo armado de, al menos, dos años.

Por el otro lado la cuestión venía muy diferente. Porque si algo tenían estas elecciones eran el aroma a cambio que se vivía desde hace mucho, algo así como desde el 9 de febrero del 2013. E lFrente Progresista Cívico y Social nunca había contado con la posibilidad real de victoria hasta este año. Por impericia propia o virtudes ajenas, por falta de recursos o disposiciones ilimitadas en la vereda de enfrente, por falta de carisma o contactos infinitos del oficialismo, o por las razones que se puedan ocurrir, todas serán válidas, el partido experimentaba algo así como lo que los retadores de Mohamed Alí: Iban por la gloria cuando en realidad los esperaba la lona. Pero el 2013 empezó distinto. Gente de trabajo más conocedores de política más situaciones imprevistas y tempestivas en el pueblo más un candidato ignoto al cual enfrentar vestían un panorama alentador. Las posibilidades, ahora, se habían convertido en probabilidades.

En este contexto previo, las elecciones mostraron algunas cosas de las cuales no conviene ser indiferente.

Las ventajas con las que contará Esteban Ferri serán ilimitadas para alguien que llega al mando desde las sombras. Por el apellido y por la influencia de su padre. No le hace falta nada más. Seguramente la gestión será comandada por el nuevo mandatario comunal, sus decisiones serán tomadas con el respeto que se merece y abrirá camino al andar, y con el paso de los días, meses o años, eso sólo él lo sabrá, se irá despegando de su padre para dejar de ser “el hijo”. Sin embargo, sabido es que la cara visible será César Gigli. Cumplirá el rol que viene cumpliendo desde hace años, pero con mayores responsabilidades y la posibilidad de elección que no tenía.

La nueva manera de gobernar difícilmente se verá en los próximos dos años. Para los cambios hace falta tiempo. La juventud empujará a nuevas maneras. Pero tendrá mucho que empujar para mover un bloque que se conserva y engorda desde hace más de dos décadas.

Del otro lado de la cancha el panorama no es tan alentador. Inclusive, estas elecciones marcarán, y si no lo hacen entonces no habrán servido, el momento de decir adiós a muchos, el momento de replantear a sus cabezas de lista, y también será el momento en el cual los verdaderos líderes deberán tomar las riendas de un caballo cansino. O soltarlas para siempre. No hay derrota mayor que la que se produce contra un rival herido. Los motivos serán muchos y las excusas también, pero la realidad es que se ha dejado pasar un tren cargado de ilusiones.

Un partido enfrenta un cambio interno, con la tranquilidad de continuar en el poder. Cambiaron los nombres (no los apellidos), la política de trabajo se mantendrá. Sus virtudes y defectos también. El tiempo dirá si es bueno o malo lo que se hace y lo que se hizo. Las urgencias serán otras, porque en dos años, el presidente comunal ya no tendrá el respaldo de dos décadas de mandato, y su padre estará dos años más lejos.

El otro partido tendrá que enfrentar un cambio interno. Con la experiencia de los fracasos y la fortaleza de salir de ellos. Su lucha será la misma que hace años. Vencer al campeón. Pero su alma ya no será la misma. Han dejado pasar una oportunidad única. El pueblo pedía un cambio y no lo supieron aprovechar. Podrán reconfortarse con la idea que la gente votó una continuidad, pero sabrán en su interior que no es verdad. Que muchos hubiesen querido contar con la posibilidad de una mejor opción, pero ellos no se la dieron. Y el malo conocido siempre le gana al gritón por conocer. Muchos empezarán a pensar de aquí a veinticuatro meses. Otros se alejarán y volverán mil veces. Y otros directamente se irán. Pero todos tendrán la certeza que en más de dos décadas, por primera vez no ganó el partido oficialista, sino que perdió el opositor.

Para lo que viene, otra frase de este rosarino, lejos de la política, pero aplicable a ella: “No ganar y ganar no es lo mismo, pero ningún éxito inmuniza”.

Han pasado unas nuevas elecciones. El pueblo ha decidido. Y los que se quejan de la comuna ahora tienen la certeza que son minoría. Habrá que esperar dos años para que alguien tome en serio esto de gobernar un pueblo. U otros veinticuatro.

Matias Martínez

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