Los vínculos afectivos se ven dañados porque los aparatos ocupan el lugar más importante
19/11/13 18:11 | Sociales
La capacidad de oír y hablar es un atributo que tenemos los seres humanos que nos diferencia de otras especies, es el único lazo afectivo que nos permite unirnos entre sí, cualquier relación de pareja, familiar, amistosa o laboral comienza con una palabra.
Los padres tienen marcado en sus corazones cuando su hijo soltó un «mamá», los esposos tienen presente la frase que se dijeron la noche de bodas, otros quedaron impactados por el recibimiento de compañeros cuando ingresaron al trabajo, están los que recuerdan después de 30 años un halago de la maestra que lo abrazó con su boca.
Cuando Dios pensó en formar una boca en Adán soñó con que al interactuar expresemos lo que hay en el corazón, el fin de Dios es que las palabras nos sirvan para entendernos mejor, no para odiarnos más rápido.
Me preocupa las enormes diferencias que noto entre la «real» manera de hablar y la«virtual». Dos herramientas que deberían potenciarse, terminan siendo causas de conflictos permanentes.
El mundo virtual se instaló entre nosotros cuando aún no habíamos aprobado todas las materias de la charla cara a cara. ¿Qué pasó entonces? Las páginas, correos, redes sociales, blogs y demás plataformas se convirtieron en armas de doble filo; cualquiera que sea capaz de recordar una contraseña, se siente con autoridad para decir mal (maldecir), provocar, criticar, contagiar su enojo, opinar sin saber, comentar frases buenas y malas que nunca dirían mirando a los ojos.
Primero lo primero.Que yo tenga DISPONIBILIDAD de algo, no me asegura la IDONEIDAD sobre ello.Ejemplo: abrir una cuenta en la red social lleva pocos segundos, pero aprender a utilizarla correctamente demanda más tiempo y cuidado.
¿Cuál es el problema? Que estamos viendo a la comunicación real de igual manera que la virtual, donde abro y cierro una ventana según mis ganas, si quiero te respondo, sino lo dejo para cuando «me sobra tiempo».
Y ahí reside el secreto de todo, en la palabra TIEMPO. Sabemos que es lo único que no podemos reponer, entre tanto celular, wii, tablet, pantallas, procesadores y dispositivos móviles, es hora que nos «desenchufemos» un momento para pensar de qué forma nos estamos relacionando con otros. ¿Mis conversaciones son todas online o por mensajito? ¿Cuando alguien de mi casa me quiere contar algo, me aparto de los aparatos? ¿Paso días sin encender la PC? ¿Acostumbro a apagar o silenciar el celu cuando tengo a alguien enfrente? ¿Me altera el ánimo que no me responda un mensaje de texto?
Sería bueno intentar gestionar más charlas reales, donde los ruiditos virtuales permanezcan ausentes. Si no estás en Face alguien más puede ocuparse de tu amigo distante,pero en la vida real siempre tu lugar es irreemplazable.
ANDREA RAPONI
Periodista, Coordinadora de grupos, Asesora en comunicación interpersonal.