Cesar Gigli participó de la misa

Cesar Gigli participó de la misa

El padre Juan presidio la misa de Ramos en vísperas de domingo

Exclusivo

05/04/20 11:57 | Locales

En General Lagos, el padre Juan José Capitanelli presidió la misa de Ramos en vísperas de domingo, a puertas cerradas, pero abierta a la comunidad vía redes sociales.

La misa fue ofrecida por el mundo entero, por las personas enfermas de Coronavirus, por las que han fallecido, por la familia, pidiendo a Dios por todas las personas que trabajan, para que puedan ponerse al servicio de las personas que trabajan ayudando y sirviendo en esta época oscura que estamos viviendo. También por el pueblo, y para todos los que se ponen al servicio de la comunidad.
Luego de todos los ritos tradicionales de esta importante celebración litúrgica, el padre Juan pronunció una breve reflexión para la homilía: “Esta es la semana santa, la semana mayor que celebramos en la Iglesia. Esta nos muestra varios aspectos de la vida de Jesús, y también de los que tienen que tener nuestras vidas, los que queremos ser buenos cristianos. Al comienzo de la celebración, bendecimos los ramos de Olivos. ¡Qu{e significa esto? Es para recordar que Jesús entró a Jerusalén como rey, y que el pueblo, con gran alegría, lo reconoció como tal, y extendiendo sus mantos, dejando algunos lo poco que tenían. Con ramas, aclamaban a Jesús. Esto es parte del a vida nuestra, o debe serlo. Esto sucede muchas veces en nuestra vida: muchas personas aclaman y reconocen lo que somos, y lo que damos.

Ese acto nos alegra el corazón y la vida. Pero esta gente que lo aclamaba como rey, lo condenó a muerte. ¿Qué pasó? Cambió la historia y la realidad en tan poco tiempo. Jesús pasó de rey aclamado a quedarse solo. Algunos lo acompañaron hasta el final. Pero la gran mayoría lo condenó. No sólo le tocó vivir la realidad de ser juzgado, como todos nosotros, juzgados por la gente, y nosotros, a su vez, juzgamos a los demás. Es parte de nuestra miseria humana esto.

Jesús, condenado injustamente, como muchas veces condenamos injustamente al error, a la ofensa, al silencio, al castigo y a no hablar y a guardar rencores o a lastimar. El señor, despojado de sus vestiduras, es despojado de todo, y él permite ser despojado, para vivir su pasión. Vivió estas cosas, y eso es parte de nuestra vida, porque nos gusta la parte linda, pero la cruz es parte de nuestra vida, y si lo vivió él, ¿por qué no lo tenemos que vivir nosotros?.

Debemos integrar a nuestra vida con paciencia y humildad, todo lo que nos pasa, para poder tomar la cruz para soportar y para llevar, porque eso es también lo que nos cuesta. Es difícil esto, porque no debemos quejarnos al llevar la cruz, y soportar al quedarnos solos al no ser comprendidos y al quedar relegados, por las burlas, las ofensas, las calumnias, y la marginación. Todo esto debe llevarse con humildad y amor, esta virtud que es una importante, especialmente en estos días. En estos días de redes sociales, vivimos tan pendientes de las tendencias, de los “me gusta”, de lo que ponen, de lo que no, de lo que es al minuto. Cuando caemos en vivir de eso perdemos el tiempo, porque ahí uno se guía por lo que dice la gente, y condenando y juzgando y pensando que todos deben hacer lo que hace la mayoría. Engordamos algo, y cuando pasó, se va a otra cosa, y es difícil conservar la humildad así.

Está muy bien estar conectados e informados, pero no hay que dejarse arrastrar por las modas del minuto a minuto. La puerta del cielo, es una puerta estrecha, no es tan grande, y no hay que inflarse, sino con lo necesario, para entrar solamente con lo que necesitamos, es decir, el amor, en todo momento, para que cuando te toque la cruz, la podamos llevar sin sufrimiento y con alegría y soportando lo bueno y lo difícil también”.


Andrés Vallasciani

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