Padre Juan José

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La iglesia San José continua con la celebración de la misa a puertas cerradas

Exclusivo

17/05/20 19:10 | Locales

Otra misa de cuarentena fue celebrada en General Lagos, oficiada por el padre Juan José Capitanelli, en el domingo sexto de pascua, cerca de completar la cincuentena pascual. Dios mediante, la semana que viene será la fiesta de la ascensión de Jesús, y la otra será la fiesta de Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo.

La reflexión del padre: Hoy, en esta lectura del evangelio de San Juan, nos empieza a preparar en el misterio de Fe que celebraremos, que es Pentecostés. Nos sitúa, primero, en la última cena, en donde Jesús come con sus discípulos e instituye la eucaristía. Y donde nos deja el mandamiento del amor, que se hace real, concreto en el servicio a los hermanos: servir a Dios, y a los hermanos, en los gestos que tenemos también. El señor es muy consciente de lo que pasa por la mente y el corazón de los discípulos, que dan vueltas en muchas cosas, inquietudes e incertidumbre por lo que va a pasar.

Frente a toda esta realidad, quiere animar, dar esperanza, consolar, que no pierdan lo que habían conseguido, y dejen de vivir el evangelio y abandonen la misión que Jesús les ha querido dar. La forma en que Jesús los consuela es a través de una promesa, que no estarán solos, que si bien él se iba a ir físicamente, enviaría a alguien, que es el abogado, el paráclito, el Espíritu Santo. Es la promesa en este día, también para todos nosotros. Palabra viva y eficaz, que cubra las necesidades de todas las personas. Él quiere llegar a nuestra vida, especialmente en estos momentos en que la Pandemia nos azota en el mundo y nos aleja. Sabemos por la Fe que él está, pero a veces nos cuesta entender por qué y cómo. El señor nos dice hoy que no nos deja huérfanos, que está y va a seguir estando y acompañándonos cada día de nuestra vida y a cada momento de nuestra historia.

El Espíritu Santo nos guiará y nos consolará, como segundo paráclito, que continúa en nosotros la obra de Dios, para que en todo momento tengamos luz y podamos discernir las cosas buenas, encontrando fortaleza y esperanza, con sus dones, para poder seguir de pie en el camino de la vida. La única condición que se nos pone es simplemente, el amor, con mucho esfuerzo, a él y a nuestros hermanos. Esta es la forma que Dios quiere para completar la obra del creyente en este mundo, y marchar hacia la santidad y la felicidad, que es la promesa que nos hizo siempre. Pidámosle que nos ayude a prepararnos, para continuar amando cada día más”.


Andrés Vallasciani

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